-
El s. XIX es el de la profesionalización de la ciencia y su institucionalización definitiva con la aparición de las primeras revistas especializadas.
La profesora honorífica de la Universidad de Alcalá, Josefa Gómez de Enterría, es la experta en los léxicos de especialidad del español, en la enseñanza y el aprendizaje del español con fines profesionales e investigadora del vocabulario médico del siglo XVIII, que nos explica cómo han variado las nomenclaturas a lo largo de estos años.
¿Qué son las lenguas de especialidad?
Son las lenguas que se emplean para comunicarse en contextos especializados, esto es, son usos específicos de la lengua en situaciones comunicativas de especialidad. Así hablamos de la lengua de la ciencia y la lengua de la tecnología; teniendo en cuenta además las múltiples áreas del conocimiento en las que se ramifican: medicina, química, biología, economía, derecho, política, filosofía, lingüística, ingenierías, arquitectura, etc., etc. Sin olvidar que también son lenguas de especialidad las lenguas de las profesiones.
Partimos del principio de que no existen las lenguas de especialidad como tales lenguas frente a la lengua común o estándar, ya que cualquier lengua de especialidad, sea cual sea, siempre será subsidiaria de ésta. No se trata pues de una lengua especializada sino del empleo de una lengua en situaciones y contextos de especialidad, cuando la comunicación es entre interlocutores que son especialistas en cada una de las materias o áreas temáticas. Y es en estas situaciones donde se ponen en práctica los recursos específicos, lingüísticos y no lingüísticos, discursivos y gramaticales de entre los que destacan el léxico especializado o terminología, la fraseología de especialidad y los tipos de texto, orales o escritos que requiere cada profesión o ámbito académico.
Desde la segunda mitad del siglo XX las lenguas de especialidad ya no se circunscriben únicamente a los ámbitos especializados desde que la divulgación las ha vinculado a la vida cotidiana. Hoy además, gracias a la dinámica implícita de la tecnología ha surgido otro vector destacado en el proceso comunicativo del conocimiento, muy patente en las redes sociales y en internet de tal manera que los textos de especialidad ya no son patrimonio de los especialistas o de la divulgación periodística, porque la ‘cátedra’ del verdadero experto puede ser fácilmente usurpada por cualquier pseudo-aficionado que inunda las redes con sus enseñanzas y consejos sin ningún tipo de filtro ni control que valide esa información, y por ende la lengua de especialidad, antes de llegar a la audiencia.
¿Cómo se construye un término médico?
Los términos médicos, como los de las demás lenguas de especialidad, tienen su historia que corre paralela a la de la propia ciencia. Nosotros tomamos como referencia más inmediata la medicina de la antigüedad griega y romana con dos prestigiosos médicos: Hipócrates y Galeno, considerados los padres de la medicina, y es a ellos a los que debemos en gran parte el vocabulario de la medicina, acuñado a partir de sus escritos. En cuanto al vocabulario de la medicina en español hay que considerar que la ciencia médica moderna ya había alcanzado rigor científico en la España renacentista con la publicación impresa de sus avances y la elección de la lengua castellana como cauce para la expresión científica, con publicaciones como la versión castellana del Dioscórides (1555) que hace Andrés Laguna y la Historia de la composición del cuerpo humano (1556) de Valverde de Amusco, favoreciendo la acuñación en español de un vocabulario casticista dedicado a los médicos romancistas.
¿Qué características tenían los términos médicos de XVIII?
En los albores del s. XVIII eclosiona uno de los momentos de gloria para la terminología médica en español, con la llegada de la ‘revolución científica’ de los novatores desde Europa. Este movimiento de renovación favorece el nacimiento de un léxico científico moderno en Europa donde aún perdura el latín como lengua vehicular. Así, gracias también a la herencia recibida de los médicos y cirujanos humanistas del s. XVI, en España la medicina dieciochesca se escribe en lengua vernácula, como comprobamos desde fecha muy temprana en los textos de los médicos novatores. Cuyo influjo llegará mucho más allá del movimiento novator porque, a medida que avance el siglo ilustrado, alentará el espíritu de los médicos dieciochescos con una continua preocupación por la pureza de las voces pues son raros los extranjerismos, es decir, palabras tomadas directamente de una lengua foránea, como muestran los numerosos galicismos siempre naturalizados en nuestra lengua.
El vocabulario médico en español se irá transformando, eso sí, conservando muchas veces los mismos significantes que venían de antiguo, con los que se forjarán las voces de nuevo cuño, especializándolo o añadiendo mayor precisión semántica al término antiguo. Desde el punto de vista de la creación léxica, el vocabulario acusa el fenómeno renovador en toda su extensión, con procesos neológicos en los que frecuentemente se ponen en funcionamiento casi todos los procedimientos del cambio con casos notorios de préstamos semánticos, creaciones inducidas, léxico multiplicado y pérdida léxica, e incluso también se acuñarán algunas palabras de autor.
¿Cómo han variado hasta nuestra época?
El s. XIX es el de la profesionalización de la ciencia y su institucionalización definitiva con la aparición de las primeras revistas especializadas. Los términos médicos acusan la influencia primero del alemán y después del inglés, lenguas que alcanzarán difusión internacional como portadoras de los avances médicos a medida que transcurra el siglo. Son las traducciones de obras médicas las que acercan hasta nuestra lengua la nueva terminología médica. A comienzos del s. XX el auge internacional del inglés sobre el alemán es ya indiscutible, no solo en medicina, sino en todo el ámbito del conocimiento, y así ha seguido aumentando como lengua vehicular de la ciencia. Esta hegemonía es la que ha favorecido la presencia abrumadora de anglicismos léxicos, patentes o no, sintácticos y ortográficos en la terminología médica del español actual. Podemos pues afirmar que hoy el lenguaje de la medicina se nutre de la continua importación al español de términos procedentes del inglés.
¿Cuándo la Real Academia Nacional de Medicina incorporó un diccionario de términos médicos?
El año 2011 vio la luz el Diccionario de Términos Médicos de la Real Academia Nacional de Medicina (DTMRANM), tras sucesivos intentos fallidos a lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX por parte de la Corporación. Fue a comienzos del presente siglo cuando bajo la dirección de D. Hipólito Durán Sacristán, entonces presidente de la Academia, se acometieron los trabajos para la elaboración del Diccionario de Términos Médicos tan largamente esperado. Para ello se creó una comisión mixta constituida por académicos de número y un equipo técnico formado por lingüistas, científicos y traductores. Los académicos proporcionaron las definiciones de cada una de sus especialidades y el equipo técnico las adaptó a la técnica lexicográfica, incorporando la etimología, el equivalente en inglés, las abreviaturas, los sinónimos y las observaciones según cada caso.
El DTMRANM es un repertorio en versión impresa y versión electrónica, esta última es de acceso libre y gratuito y además está en constante actualización, dado el carácter cambiante de las voces de la medicina, de la misma manera que evolucionan los nuevos avances científicos.