La demolición de Casa Blanca y el camino hacia la vulgaridad

Se confirmó el peor de los presagios. Casa Blanca, ese par de edificaciones emblemáticas que no dejan a nadie indiferente en su salida de Alcalá hacia Meco, será también devorada por las fauces del ansia urbanística, ante la pasividad y la autorización, cómo no, de un consistorio que ya nos tiene acostumbrados a estos despropósitos.

Casa Blanca en la Avenida de Meco. Foto remitida por el Grupo en Defensa del Patrimonio Complutense GDPC
  • Remitida por  Grupo en Defensa del Patrimonio Complutense GDPC
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Se confirmó el peor de los presagios. Por un tiempo, desde que las banderolas de la empresa constructora se enarbolaran en la finca delimitada por la avenida de Meco, Senda Perdida y la calle Ávila, albergamos la esperanza de que se respetaran los soberbios edificios de su extremo suroccidental. Ingenuos de nosotros. Casa Blanca, ese par de edificaciones emblemáticas que no dejan a nadie indiferente en su salida de Alcalá hacia Meco, será también devorada por las fauces del ansia urbanística, ante la pasividad y la autorización, cómo no, de un consistorio que ya nos tiene acostumbrados a estos despropósitos.

Es enorme el daño patrimonial, paisajístico, y urbanístico que desde la explosión demográfica de los años 60 han venido infringiendo sistemáticamente las diferentes corporaciones municipales a nuestra ciudad. Pareciera que el otorgamiento del título de Patrimonio de la Humanidad en 1998 podría atajar ese desenfreno, pero no fue así. Hoy, bien es cierto que afortunadamente no en la medida de la segunda mitad del s. XX, somos continuadores de aquella inercia. Seguimos actuando como si la riqueza patrimonial de Alcalá se redujera exclusivamente a Complutum y al legado de Cisneros. Ellos nos hicieron grandes, y les debemos nuestro esfuerzo por conservarlo. Pero Alcalá es más. Siempre estuvo presente en el devenir de Castilla y España, jugando diferentes papeles, y reflejándose en sus calles. Unas calles a menudo maltratadas por esa ceguera municipal que a lo sumo realiza ejercicios de maquillaje con medidas de artificio como lo que nosotros calificamos de “fachadismo”. Es decir, sacrificar el contenido, la sustancia, y reducirlo a la estampa exterior. Así, el centro histórico camina hacia un gran trampantojo similar al de un plató de cine. Pero fuera del centro, como es el caso que nos ocupa… ni eso. Alcalá, por la complejidad de su desarrollo a lo largo de la historia, no es sólo un centro histórico perfectamente delimitado, sino que las diferentes funciones e instituciones de la ciudad fueron levantando edificios alrededor de la ciudad amurallada en diferentes épocas y conformando su cronología urbanística.

Quizás no podamos evitarlo, al menos en la medida deseable, pero desde luego, no seremos nosotros quienes ejerzamos, mientras tanto, como cómplices de esa pérdida por goteo de la identidad y las singularidades de Alcalá, sino que siempre estaremos aquí para denunciarlo. Y Casa Blanca es una de ellas. Una construcción particular que desde los años 40 destacó por su porte y elegancia a orillas del camino de Meco. Hoy, esta edificación, con un estilo señorial propio de las más destacadas casonas rurales o fincas agropecuarias, tiene firmada una sentencia de muerte que se presagia inminente.

Hacemos un llamamiento urgente a aquellos arquitectos y urbanistas que puedan hacer revertir la situación antes de que sea demasiado tarde: el indulto de dos edificaciones que aportan valor a la ciudad. Deberíamos reparar en el ejemplo del Palacio Laredo, el cual estuvo cerca de ser demolido una vez que fue absorbido por todos esos bloques de numerosas plantas que actualmente lo rodean. Hoy, el Hotel Laredo, junto con otros interesantes edificios supervivientes, son singularidades dentro de un contexto urbano moderno y aportan carácter, heterogeneidad y belleza al espacio en el que se ubican. Del mismo modo, Casa Blanca es la seña de identidad paisajística y arquitectónica que rompe con un paisaje urbano en su entorno que por lo demás carece de interés. Permitir la extinción de estas “piezas de singularidad” no hace más que empobrecer y simplificar visual y arquitectónicamente el paisaje urbano de Alcalá.

Es nuestro más ferviente deseo que esta apelación a la sensatez surta efecto y todos los alcalaínos podamos seguir disfrutando de su magnífica estampa. Por si acaso, apresúrese el lector a contemplar sus interesantes portones, los destacados aleros decorados de sus cubiertas, las magníficas rejas de fachada y ventanas, o la claridad de líneas en esa blancura enmarcada en ladrillo, porque la amenaza de demolición acecha. Mucho nos tememos que pronto, junto a la gran finca anexa, lo verá convertido en otra de esas fabricaciones de chalés en cadena. Un paso urbanístico más de la peculiaridad a la vulgaridad.

 

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1 Comentario

  1. Me uno a las numerosas personas que quieten proteger la casa blanca(ya tienen muchísimos metros de terreno para construir. También quieren llenar de ladrillos la historia, bergonzoso si lo aprueba el ayto) Qué vamos a dejar a la historia de Alcalá?
    Recapaciten por el bien común, gracias

  2. Hablar de ansia urbanística un periódico de ideología con tufo liberal, suena a broma de mal gusto. Dicho lo cual, totalmente de acuerdo en conservar casa blanca.

    • Tachar tendenciosamente a un medio, demuestra sus ganas de señalarlo negativamente a pesar de estar de acuerdo con la carta de los lectores. No comparto la opinión de un carcunda que padece anosmia.

  3. Las casas “singulares” no deben salir del conjunto patrimonial de Alcalá, entiendo que se podrán armonizar con otro tipo de construcciones, dado que el terreno es grandísimo.
    Esta casa es referencia importante para los alcalainos.Tengan juicio que barbaridades se han cometido muchas.

  4. Llevo conociendo 47 años esta edificación tan maravillosa ,siempre firme por el paso del tiempo ,majestuosa toda ella. ….me quedo perplejo y con una gran tristeza con solo pensar que quieran demolerla .

  5. Ésta es una breve lista que no pretende ser exhaustiva, ya que estoy hablando de memoria.
    En los años 60 se demolieron edificios como el palacete de la calle Santa Úrsula o la parroquia de Santiago.
    En los años 70 el Hotel Laredo se salvó milagrosamente de la piqueta, a precio de perder la mayor parte de sus jardines y quedar encajonado. Sus vecinos no tuvieron tanta suerte, cayeron la mayor parte de los hotelitos decimonónicos y también la frondosa Quinta de San Luis. Asimismo se construyeron los mamotretos de las calles Diego de Torres y Madre de Dios.
    Más recientemente siguieron perpetrándose atentados contra el patrimonio de Alcalá como la brutalidad de la ampliación de la facultad de Económicas, la ampliación de la Casa de Cervantes, la biblioteca central o el mercado municipal, y gracias a que consiguieron evitarse auténticos desmanes como los primitivos proyectos de “restauración” del Carmen Calzado, con auditorio embutido, y de Basilios, con una “torre” en plan zigurat.
    Pensaba, ingenuo de mí, que los tiempos habían cambiado, pero se ve que no. Sentenciada, mucho me temo que a muerte, la finca de Casablanca, al menos podrían haber tenido la decencia de respetar los edificios principales, que podrían ser útiles para fines menos mercenarios que para levantar viviendas de lujo sobre su solar.
    Me sorprende, y mucho, la permisividad de un equipo de gobierno al que se le debería suponer sensible a la protección del patrimonio cuando es él quien tiene la llave de las licencias urbanísticas, y me soprende también que los partidos de la oposición, tanto el PP como IU-Podemos, tan activos a la hora de criticar lo criticable y lo que no lo es, guarden ahora un silencio absoluto como si no fuera con ellos. Y si bien en el PP era de esperar dados sus precedentes y dados quienes nos ¿gobiernan? en la CAM, no se puede decir lo mismo de los otros. ¿Quo vadis, IU-Podemos?
    En cualquier caso, resulta extremadamente triste que no hayamos avanzado nada desde tiempos que yo ya creía felizmente olvidados.

  6. Se me olvidaba. Alrededor de un tercio de la superficie de Complutum fue destruida con la construcción, en los años 70, del barrio del Pilar. Algunos mosaicos se salvaron aunque el resto de las edificaciones, igual de importantes aunque no fueran tan espectaculares, quedaron arrasadas, existiendo la firme sospecha de la destrucción deliberada de restos arqueológicos para evitar la paralización de las obras.

  7. Además de la casa blanca hay unos árboles inmensos que tampoco se van a respetar ( según planos de la urbanización de la constructora. No se les puede “meter mano” por esto.

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