Conclusiones del huracán Ayuso | Por Carlos Cotón

Es evidente que Ayuso ha ganado el relato. A Pedro Sánchez, a Iván Redondo y a Pablo Iglesias, que se ha visto abocado a adelantar su adiós a la política institucional y orgánica, lo que por otro lado era previsible una vez que decidió abandonar el Gobierno de la Nación y ungir a Yolanda Díaz como nuevo referente de Unidas Podemos.

Isabel Díaz Ayuso celebrando su victoria el 4M. Fuente: José Luis Roca (EL PERIÓDICO)
  • Algunos ya se han apresurado a celebrar la traslación que puede suponer este resultado al resultado de unas hipotéticas Elecciones Generales.

 

  • Analista político  colaborador de ALCALÁ HOY

 

Superada la resaca electoral del 4 de mayo, toca hacer balance de los resultados arrojados por las urnas. Los madrileños hablamos y lo hicimos en un contexto de gran tensión en el debate e, incluso, entre los propios candidatos.

Isabel Díaz Ayuso cosechó una victoria incontestable e incuestionable. En eso no existe debate. Sus 65 escaños –a solo cuatro de la mayoría absoluta- suman siete más que los 58 que suma el bloque conformado por Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos.

Es evidente que Ayuso ha ganado el relato. A Pedro Sánchez, a Iván Redondo y a Pablo Iglesias, que se ha visto abocado a adelantar su adiós a la política institucional y orgánica, lo que por otro lado era previsible una vez que decidió abandonar el Gobierno de la Nación y ungir a Yolanda Díaz como nuevo referente de Unidas Podemos.

Algunos ya se han apresurado a celebrar la traslación que puede suponer este resultado al resultado de unas hipotéticas Elecciones Generales. Yo no descorcharía tan pronto el champán. Creo que todavía es muy prematuro hacer un análisis de esas características.

El contexto de las elecciones en la Comunidad de Madrid era un contexto muy particular. No era tanto una confrontación electoral entre partidos, sino una confrontación entre Ayuso y el resto del mundo. Y por eso no parece descabellado pensar que estas elecciones no las ganó el PP, sino que las ganó Ayuso. El huracán Ayuso.

Si nos centramos en los resultados del 4M encontramos varias claves que sí nos pueden resultar útiles para el futuro electoral a corto y medio plazo de España. En primer lugar, la rotundidad del resultado puede darle un nuevo impulso al PP en sus aspiraciones de llegar a La Moncloa, pero, insisto, eso aún está por ver.

Mónica García e Íñigo Errejón compareciendo después de conocer los resultados de las elecciones. Fuente: EFE.

En segundo lugar, el sorpasso de Más Madrid al PSOE. No es menor este factor. Ya hace un tiempo, desde el estallido de la pandemia, que Más País e Íñigo Errejón vienen abriéndose hueco mientras Unidas Podemos y Pablo Iglesias se difuminaban poco a poco dentro del Gobierno de coalición.

Las intervenciones de Errejón en el Congreso sobre cuestiones que nadie abordaba como la salud mental han propiciado la ola de simpatía hacia un partido que parecía haber alcanzado su techo en noviembre de 2019. Y esa ola de simpatía se ha traducido en una ola de ascenso en las encuestas para Más País.

Ese sorpasso ha supuesto que el PSOE haya perdido el liderazgo de la alternativa al PP en la Comunidad y ha terminado con la renuncia de Ángel Gabilondo –deseando que se recupere lo antes posible de sus problemas de salud- y la apertura de un horizonte de incertidumbre en el PSOE madrileño.

En tercer lugar, la resistencia de Vox. No lo tenían fácil porque esta vez no eran ellos los protagonistas en la polarización, pero han resistido. Cosechan un diputado más que en 2019, más votos y son la llave para que Ayuso pueda gobernar en solitario.

Pablo Iglesias anunciando su adiós a la política. Fuente: EFE.

En cuarto lugar, Unidas Podemos y el adiós de Iglesias. Mejoraron sus resultados, sí, pero con sabor a derrota. Como dije antes, la marcha de Iglesias se veía venir. Quizá su aterrizaje en Madrid era tan solo para garantizar la presencia de su partido en la Asamblea y no tanto para formar parte de un hipotético Gobierno alternativo al PP.

Ahora comienza una nueva etapa en la que los focos están puestos en la vicepresidenta Yolanda Díaz y en testar si un liderazgo ‘más amable’ bajo su dirección logra hacer despuntar a una formación que mira de reojo lo que el futuro le depare al partido de su antaño compañero, Íñigo Errejón.

Por último, el adiós de Ciudadanos. Lo cierto es que lo tenían todo en contra. Ni siquiera el reemplazo de Ignacio Aguado por Edmundo Bal, un perfil solvente, les ha permitido lograr ese 5% por el que las encuestas decían que peleaban. De hecho, se han quedado lejos. En el 3’5% concretamente.

Fuera de la cámara madrileña, el futuro al que se enfrenta Cs es de más sombras que luces. Inés Arrimadas ha convocado una convención en verano para tratar de relanzar un proyecto y unas siglas que desde noviembre de 2019 entraron en barrena. La tarea que tiene por delante es ardua. Veremos si lo consigue.

Antes señalé que estos resultados no deben extrapolarse, al menos ahora, al resultado de unas Elecciones Generales. Así lo creo, pero también soy consciente, al menos a mi juicio, de que suponen un punto de inflexión y sobre todo reflejan que la gestión de la pandemia no ha fortalecido al Gobierno de Pedro Sánchez.

Finalizada la campaña y finalizadas estas elecciones, espero y deseo que también supongan el fin de la tensión y la crispación permanentes. La atmósfera del debate político en España se ha vuelto irrespirable.

Urge recuperar la sensatez y renovar la concordia. Retornar a la idea de insistir más en lo que nos une y menos en lo que nos separa. Porque seguimos enfrentándonos a la excepcionalidad del COVID-19 y porque España se enfrenta a otros problemas de también demostrada gravedad e importancia.

 

 

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