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En el café de Chinitas dijo Paquiro a Frascuelo:/ soy más valiente que tu, más gitano y más torero.
- Santiago López Legarda es un periodista alcalaino que ha ejercido en diferentes medios nacionales.
Los versos de García Lorca se me vinieron solos a la cabeza cuando leí la noticia de que Pablo Iglesias dejaba el Gobierno para encabezar la candidatura de Unidas Podemos a la Asamblea de Madrid. Nada en política es del todo altruista o desinteresado, pero el gesto de Iglesias merece cuando menos el respeto de sus amigos y también de sus rivales. Puede que Iglesias esté poniendo fin a su corta y fulgurante carrera política con un gesto muy de nuestra cultura taurina, del mismo modo que Díaz Ayuso lo había tenido unos días antes jugándose el todo por el todo con la convocatoria anticipada de elecciones.
Lo que no es de recibo es que Iglesias se lanzase al ruedo profiriendo insultos contra sus antagonistas. Delincuentes y corruptos, son algunos de los calificativos que le escuché. Me parece un camino que va directo a la crispación, a la división del mundo en buenos y malos, a la configuración de dos bloques mutuamente excluyentes y entre los que no es posible ningún tipo de diálogo o negociación.
No hace falta insultar a nadie para explicar al electorado lo errados que están Díaz Ayuso y sus asesores al plantear las elecciones del 4 de mayo como una disyuntiva entre comunismo (al parecer hemos subido un escalón más) y libertad. “El día 4 de mayo triunfará en Madrid la libertad”, dijo muy ufanamente Pablo Casado en la última sesión de control al Gobierno. ¿Esa libertad que va a triunfar es la que defendían los siete ministros franquistas que fundaron Alianza Popular? El PP siempre se ha distinguido por su apoyo a las víctimas del terrorismo. ¿No podríamos ponernos de acuerdo en mostrar también un poco de respeto a la víctimas del terrorismo de estado que durante décadas aplicó sin piedad el régimen del general Franco?
Estos no son insultos, sino hechos que forman parte de la dolorosa historia de España. Así que aunque solo sea por consideración a las personas que fueron torturadas y asesinadas en la misma casa que hoy habita como Presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso debería abstenerse de ir por ahí proclamando que esta es una elección entre comunismo y libertad.
Al tiempo que aceptaba el órdago de la Presidenta regional, Iglesias lanzaba otro envite a sus antiguos compañeros de Más Madrid: hagamos una candidatura conjunta. Al fin y al cabo, Más Madrid es poca cosa más allá de los límites de la M-40; y si a día de hoy tienen una fuerte representación tanto en la Asamblea como en el Ayuntamiento de la capital se debe a la alianza que pactaron con Manuela Carmena. Después han tenido la suerte de encontrar una buena candidata, que se ha distinguido por su trabajo parlamentario de oposición al Gobierno de Díaz Ayuso y que merece recoger los frutos de esa brillante trayectoria. Pero nadie es perfecto. Y si Mónica García, en su rechazo a la candidatura unitaria, reprochaba a Iglesias un cierto exceso de testosterona, a ella podríamos reprocharle un cierto exceso de feminismo voluntarista. “Las mujeres sabemos cómo parar a la ultraderecha”, dijo la anestesista del 12 de Octubre. ¿Las mujeres? ¿Acaso Rocío Monasterio e Isabel Díaz Ayuso son seres caídos del espacio exterior o son mujeres con todos sus atributos?
Ni los hombres ni las mujeres formamos un todo homogéneo. Tanto en unos como en otras la pluralidad es máxima y, según las encuestas, parece que en Madrid la mayoría se inclina por un gobierno de derecha-derecha. Tendremos que aceptarlo, como es obvio, mas no por eso dejaremos de señalar los aspectos injustos o perniciosos que puedan tener las políticas defendidas por dicho gobierno.
La incorporación de Iglesias a la campaña parece asegurar que Unidas Podemos rebase la fatídica barrera del 5%. A partir de ahí, será interesante ver cómo se reparte el voto de los electores situados a la izquierda del PSOE. Y desde luego sería interesante que la campaña se centre en el análisis de los programas y la gestión llevada a cabo por el Gobierno saliente. Sin excesos verbales, sin insultos. Ya lo decíamos aquí hace unos días: imitemos un poco el estilo tranquilo de Ángel Gabilondo.