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Ver a un político desligarse del corsé que sus asesores le preparan con sumo cuidado es poco habitual.
- Analista político colaborador de ALCALÁ HOY
Junto a Pablo Motos pudimos ver al Almeida persona. A ese hincha acérrimo del Atlético de Madrid que habló sin tapujos de su soltería y que confesó que en sus noches de karaoke Julio Iglesias era su mejor carta.
Ver a un político desligarse del corsé que sus asesores le preparan con sumo cuidado es poco habitual. Pero por eso la participación de Almeida en el programa de las hormigas tuvo tanto éxito a nivel de audiencia y, también, a nivel de ser lo más comentado en las redes sociales, con diferencia, aquella noche.
Acercar la política al ciudadano también pasa, o así lo veo yo, por que los políticos se muestren a la sociedad tal y como son. Sin ataduras, sin guiones cocinados en las sedes de los partidos y al natural. Sobre todo eso, naturalidad. Que sean ellos mismos.
En muchas ocasiones, la imagen que proyecta el político no se corresponde con cómo es esa persona en el día a día y en su ámbito más íntimo. No debemos olvidarnos de que ellos también son personas como cualquiera de nosotros, pero ellos, los políticos, tampoco deberían olvidarse de eso.
Porque, además, mostrarse como uno es les puede beneficiar hasta en términos electorales. Fijémonos en el perfil del propio Almeida. Desde que se conoció que sería el candidato del PP al Ayuntamiento de Madrid en 2019 hasta hoy día. Su perfil político, sin duda alguna, se ha revalorizado con el paso del tiempo.
En 2019, Almeida era alguien no muy conocido para la opinión pública si lo comparamos con Manuela Carmena, Begoña Villacís o el propio Pepu Hernández. Finalmente, consiguió proclamarse alcalde de la capital de España. Durante esta pandemia, algunos, incluso, lo han definido como «el alcalde de España».
Su papel en la pandemia del coronavirus, su capacidad de llegar a acuerdos con toda la oposición (incluido Más Madrid), su capacidad de decir aquello que piensa sin parecer oportunista y con una profunda credibilidad han jugado a su favor en lo que llevamos de crisis sanitaria.
Al final, esta es una cuestión que trasciende las ideologías. Porque a fin de cuentas, al buen político no se le va a juzgar tanto por el carnet que ostente. Quizá eso explique que todas las encuestas que han salido certifiquen el crecimiento de Almeida y garanticen su continuidad como alcalde aunque sea llegando a acuerdos con otras fuerzas políticas.
Almeida cae bien. Y participaciones como la suya del otro día junto a Pablo Motos, Carlos Latre y Trancas y Barrancas, tan campechanas como sinceras, ayudan a generar ese clima de simpatía en torno a él. Y percibo que no solo cae bien a quien ideológicamente pueda sentirse más cercano a sus ideas.
Con esto que digo no quiero menospreciar el trabajo que hacen los asesores. Esa labor es imprescindible. Me refiero, más bien, a que esa labor de comunicación y asesoramiento político, en mi humilde opinión, no puede llegar hasta el punto de opacar por completo a la propia persona.
La política es una actividad para resolver los problemas de las personas y para hacer de este un mundo un poco mejor del que ya tenemos, pero es una actividad que inevitablemente la tienen que ejercer las propias personas. Con ayuda de otros, como asesores o expertos en diferentes ramas de conocimiento, por supuesto.
Por eso, quizá, no sería mala idea ir potenciando más esa naturalidad de la persona que está en política en lugar de seguir centrando los esfuerzos únicamente en crear perfiles o en desnaturalizar lo que uno es y el cómo uno es. No sé, lo dejo ahí.
Démosle una vuelta.