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Casado y sus asesores olieron el peligro que representaba para ellos la benevolencia hacia Abascal o tratar de competir en el terreno del extremismo y la exageración.
- Santiago López Legarda es un periodista alcalaino que ha ejercido en diferentes medios nacionales.
Si estamos de acuerdo en que la libertad, y con ella el resto de los derechos humanos, son el único punto de partida aceptable para la búsqueda de una sociedad mejor, por fuerza nos tienen que resultar inquietantes o amenazantes algunos de los argumentos expuestos por los defensores de la moción de censura. España está en peligro, la civilización occidental está en peligro, las violaciones están a la orden del día por culpa del estercolero multicultural en que se ha convertido Europa. ¿No son estas palabras un calco de las palabras que se dijeron y se escribieron en nuestro país hace más de ochenta años cuando se trató de crear la coartada necesaria para una rebelión contra el Gobierno legítimo y constitucional?
El tono reaccionario, apocalíptico, antieuropeo y racista de los portavoces de VOX era esperado en esta maniobra parlamentaria concebida para tener muchos minutos gratis de televisión y disputarle el liderazgo de la oposición al presidente del Partido Popular. Y por este motivo había despertado expectación el discurso de Pablo Casado, quien venía contemporizando con los planteamientos extremistas de VOX. Y no solo eso, sino también colaborando en varios gobiernos regionales y dando la impresión de que ambas fuerzas políticas podía ser equiparables en la práctica.
Casado y sus asesores olieron el peligro que representaba para ellos la benevolencia hacia Abascal o tratar de competir en el terreno del extremismo y la exageración. Así que salió a la tribuna, anunció su voto en contra, miró de frente a su contrincante y le lanzó un “hasta aquí hemos llegado”, llamado a marcar una fuerte línea divisoria en las relaciones entre el PP y el partido que le viene disputando el que era su electorado tradicional. Las palabras de Casado iban dirigidas hacia los 52 escaños de VOX, pero especialmente a los electores conservadores y de derechas. Y lo que vino a decirles es muy diáfano: el partido ultra es el instrumento que la izquierda siempre había deseado para perpetuarse en el poder, el PP es la alternativa moderada y reformista que España necesita; y si queréis ver a Sánchez fuera de La Moncloa no hay otro camino que unificar en torno al PP todo lo que esté a la derecha del PSOE.
El líder de los populares, como cabía esperar, estuvo muy complaciente con respecto al papel que su partido ha desempeñado en estas cuatro décadas largas de democracia. Y no pudo evitar alguna que otra exageración, como la de situar a los diputados del PSOE en el campo de la ruptura y el extremismo. También chirriaron las contradicciones evidentes: mucha defensa de la constitución y del estado de derecho, pero él se niega a cumplir un mandato constitucional como es la renovación de los órganos del poder judicial.
Ahora la palabra la van a tener los ciudadanos, aunque no inmediatamente, puesto que faltan al menos un par de años, o quizá tres, para las próximas elecciones. El problema de fondo, como ha pasado y pasa en muchos países europeos, es que la aparición de fuerzas de extrema derecha complica extraordinariamente la gobernabilidad. En Francia, por no ir más lejos, sería casi imposible si no fuera por su sistema electoral mayoritario a doble vuelta. Algún lector pensará que habría que incluir a Podemos en el bloque de los extremismos, pero hoy por hoy me niego a calificar a la formación morada como una fuerza de extrema izquierda: me parece que muchas de sus propuestas son muy razonables, junto a otras francamente equivocadas.
Así que si un número importante de electores sigue prestando oídos al discurso del odio, de la ira y del racismo (digamos entre un 10 y un 15 por ciento) el Partido Popular tendrá prácticamente imposible la articulación de una mayoría para gobernar. Y, en caso de verse con una mayoría relativa frente al PSOE, Casado tendrá que encargar alguna salsa sabrosa (yo le recomendaría el mojo picón, entre las españolas) para comerse una a una las palabras dichas en su memorable discurso del jueves 22 de octubre de 2020. En tales circunstancias, mi apuesta es que el joven líder que iba al colegio cuando Abascal ya ocupaba cargos públicos en representación del PP no podrá mantenerse fiel a estas palabras que quedaron registradas en el Diario de Sesiones: usted ya forma parte del problema y no podrá ser parte de la solución que el Partido Popular representa. Tiempo al tiempo.
Santiago, como casi siempre estoy de acuerdo con lo que dice, salvo en un punto: el relativo a Podemos. Yo, que soy algo más joven que usted pero no demasiado, recuerdo que el Partido Comunista de España en el que usted militaba era un partido con el que podías estar o no de acuerdo, pero no se podía cuestionar su seriedad ni su sentido de estado en un momento crítico para España como fue la Transición.
Otra cosa era la sopa de letras de grupúsculos de extrema izquierda, genialmente retratados por Monty Python en La vida de Bryan, que me complicaron la vida en la facultad con su agitprop corrosivo carente por completo de propuestas alternativas, si no válidas cuanto menos coherentes, cuya única motivación era la de fastidiar por fastidiar.
Lamentablemente ese PCE o su equivalente no existe ahora, y Podemos me recuerda mucho más a esos grupúsculos desnortados (LCR, MC, ORT, PTE, PCE(r), PCPE…) que al PCE, por lo que los considero, o al menos a sus líderes, corrosivos e incluso peligrosos. No voy a incurrir en la tentación de compararlos con Vox no en sus ideologías sino en su talante, aunque ya se sabe eso de que los extremos (o los extremistas en este caso) se tocan… y desde luego, a mis años, lo que tengo claro es que los extremismos no me gustan nada vengan de donde vengan.
Reciba un saludo de su lector y admirador.
En enero de 1975 Alain Peyrefitte publicó el libro “Cuando china Despierte… El Mundo Temblara. Napoleón I. Ojeada Sobre La Ruta China”.
Por otra parte La Razón publicaba ayer un artículo bajo el sugerente título: “El ex jefe del espionaje alemán avisa de que China está al borde de la “dominación mundial”.
China está al borde de la “dominación mundial” y Europa necesita despertar ante el peligro que representa el gigante asiático, así de contundente se expresó en una entrevista con The Times el ex jefe de los espías de Alemania Gerhard Schindler. “China está haciendo las cosas de manera muy inteligente, muy silenciosa, pero, en cualquier caso, con una estrategia asombrosamente consistente, y es preocupante que en Europa apenas notamos este comportamiento dominante”, añadió.
En roman paladino, eso significa que Europa debe pararle los pies a HUAWEI, en su intención de desplegar su 5G, ó en su defecto hacerles pagar -a modo de peaje- los gastos de la pandemia, causada por el virus chino. Trump “dixit”.