- Por Ana María Gómez Martínez- Somos Alcalá
De manera similar al actual gobierno nacional de PSOE y PODEMOS, la coalición en Alcalá de Henares entre PSOE y Somos Alcalá funcionó en la medida en que obligó al PSOE a escorarse hacia políticas progresistas y acordes con las necesidades de nuestro tiempo: la creación de la oficina de intermediación de la vivienda, las primeras experiencias de presupuestos verdaderamente participativos y el aumento de fondos de los servicios sociales para garantizar que nadie se quede atrás. Por no olvidar la bajada de salarios de los concejales de Somos Alcalá, que a pesar de tener responsabilidades de gobierno, mantuvieron un salario de 4 SMI, cantidad mucho menor a la del salario de los concejales actuales. A nivel interno, Somos Alcalá fue el único partido fiel al principio de democracia interna, con primarias abiertas, decisiones asamblearias, limitación de cargos y financiación transparente.
Un año después, analizar el mal resultado de las candidaturas municipalistas, profundizando en las circunstancias externas e internas que los propiciaron, nos permite sacar conclusiones de lo ocurrido, aprender de los errores cometidos y seguir trabajando con más eficiencia por el futuro que nuestras ciudad.
En lo externo, el bloque “a la izquierda del PSOE” concurrió a los comicios de 2019 disgregado, lo que supuso una gran dispersión del voto y confusión entre los votantes permitiendo al PSOE presentarse como el voto útil contra la derecha. Precisamente los socialistas supieron aprovechar tanto el efecto Sánchez, como rentabilizar a su favor las políticas que en Alcalá se hicieron bajo la forma de coalición.
La aparición de dos nuevos competidores aumentó, además, la opciones para el votante de izquierdas. Tal abanico perjudicó a los nuevos partidos: mientras el PSOE alcanzaba una gran cuota de poder al obtener 12 concejales de 27; Unidas Podemos entraba con solo dos concejales y se perdían los votos de Somos Alcalá y de MásMadrid al no obtener representación municipal. Somos Alcalá había tendido la mano a la confluencia pero Unidas Podemos y MásMadrid la rechazaron tajantemente. Estas dos formaciones acudían a las urnas confiadas en un mayor músculo comunicativo, gracias a la imagen nacional y la proyección mediática de sus líderes.
La falta de cobertura mediática en grandes medios de comunicación afectó a Somos Alcalá también desde los inicios de la legislatura en 2015. La mayoría de los alcalaínos conocían la figura del Alcalde del PSOE, pero pocos conocían la situación de pacto de gobierno con Somos Alcalá. La ciudadanía asumió en general que el Ayuntamiento de la ciudad estaba gobernado sólo por ediles socialistas, y atribuyó a este partido los aciertos de Somos Alcalá en la acción de gobierno municipal. Esta falta de información en medios generalistas, escondió otro hito importante de la vida política de Alcalá: el fin del apoyo del aparato de Podemos a Somos Alcalá, provocando que el día de las elecciones votantes confundidos buscaban la diferencia entre ambas papeletas y elegían sin saber muy bien qué representaba cada una.
Sin lugar a dudas perjudicó la denuncia sin fundamento de la derecha, presentada dentro de su objetivo de judicializar la política y desprestigiar a las candidaturas municipalistas. Ésta tuvo una gran repercusión en prensa nacional en el momento en que la jueza ordenó la instrucción. Durante el año y medio en los que estuvieron abiertas las diligencias, partidos de la oposición de todo color aprovecharon para cargar contra Somos Alcalá, coartándole en su acción de gobierno, y su relación con el tejido social de Alcalá, pilar fundamental de la acción municipalista.
La caza de brujas contra Somos Alcalá, asociaciones y activistas acabó con final feliz. Tanto la jueza como la fiscalía rechazaron de manera tajante las denuncias y el caso fue archivado. Pero este cierre pasó casi desapercibido por la prensa nacional y llegó apenas dos semanas antes de la campaña electoral.
Por otro lado, y pensando en las causas internas de los resultados electorales, posiblemente debido a “la inexperiencia política”, la agrupación se centró en la gestión y acción de gobierno, pero descuidó la comunicación con la ciudad de Alcalá. La opción municipalista de buen gobierno, además de serlo y parecerlo, debe evidenciarlo. Desde el minuto cero de gobierno, Somos Alcalá debería haber hecho un esfuerzo de contacto con los 200.000 vecinos de Alcalá en general, y con sus 18.000 votantes en particular. Se debería haber hecho política en el sentido fuerte de generar opinión y crear debate, que es lo que motiva a las bases y al electorado a moverse más allá de cuestiones típicas como limpieza de calles o asfaltado urbano. La peatonalización del centro de Alcalá, si fue una medida ganadora en estos términos.
Somos Alcalá no supo explicar a la ciudad de una manera clara y contundente ni sus aciertos, ni sus errores. No se explicaron los límites en la toma de decisiones de un gobierno en coalición condicionado por la Ley Montoro, que condicionó hasta el extremo las posibilidades de gasto, pero tampoco supo hacer llegar a la ciudadanía la importancia de los cambios que se llevaban en el Ayuntamiento casi sin coste, como el Portal de Transparencia, o la apertura de procesos participativos reales.
Si se hace un análisis cualitativo de los resultados en votos, establecemos dos premisas previas bastante razonables a tenor de los índices de participación y los votos en cada bloque: que no hubo un trasvase de voto entre el bloque de izquierdas y el bloque de derechas y que los votantes de izquierdas de 2015 no se quedaron en casa en 2019.
Y entonces, ¿a dónde fueron los 14.138 votos que perdió Somos Alcalá? En principio se podría pensar que se fueron a Unidas Podemos, pero el análisis de los resultados nos deja otras conclusiones. En 2015 Izquierda Unida obtuvo 4.735, de los cuales perdió unos 485 en 2019 hacia Actúa. Siendo así, de los casi 7.000 votos de Unidas Podemos en 2019, se puede pensar que unos 4.200 fueron aportados por IU-Alcalá y los 2.400 restantes (aportados por Podemos) proviniesen de la antigua alianza con Somos Alcalá. La estrategia de confrontación de Unidas Podemos contra Somos Alcalá sólo sirvió para desilusionar al bloque de votantes de los partidos del cambio, no para atraerse sus votos. MasMadrid compitió contra el municipalismo arraigado con una candidatura artificial a sabiendas de que lo debilitaría y de que no tenía opciones de obtener concejales. Consiguió algo más de 2.000 votos de los que Somos Alcalá había aglutinado en 2015.
De esta resta, aún quedan unos 10.000 votos sin asignar. El PSOE creció en votos de 2015 a 2019 en casi 12.000 votos más. Por lo que se puede decir abiertamente, que de los casi 18.100 votos de Somos en 2015, más de 10.000 se fueron al PSOE en 2019. Esta cuestión, se relaciona directamente con lo comentado antes: cómo el PSOE ha rentabilizado las acciones de Somos Alcalá.
Pasado un año, anida un sentimiento en Somos Alcalá, si bien es una corazonada no demostrable mediante hechos empíricos: que los 3.943 votos recibidos provienen de gente interesada en lo que pasa en su ciudad. Gente que lee la prensa local, participa en el tejido social (asociaciones, peñas, clubes deportivos), y que confiaron en Somos a pesar de no salir en televisión o en la radio, ni porque sus siglas fueran conocidas. Lo hicieron porque conocían el trabajo de la agrupación municipal, y confiaban en que podíamos seguir trabajando para conseguir la Alcalá de Henares que queremos.
Ahora, las siglas Somos Alcalá llevan un año en cuidados intensivos, sin recursos económicos y sin presencia institucional. Pero las personas que construyeron Somos, siguen viviendo y sufriendo por la ciudad. Y tarde o temprano, no nos quedará más remedio que movernos y defender una ciudad amable y vivible.
Yo pertenecía a una asociación de salud mental durante esos cuatro años de legislatura de Somos Alcalá, y tuve la oportunidad de presenciar una actuación sincera y sin precedentes de un grupo de personas que de no haber sido por mi circunstancia puntual, jamás habría tenido la oportunidad de conocer. Lo que puedo decir al respecto es, que durante ese tiempo recobre la confianza en la nueva manera de hacer política, y llegué incluso a creerme que el cambio era posible, pero como todo lo bueno, fue un sentimiento efímero que terminó en las elecciones de 2019.
En mi opinión, el artículo es muy claro y sincero. Lástima que la política se mueva por derroteros mucho más oscuros, confusos e inalcanzables.