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Las cifras de ingresos, pacientes graves, fallecimientos y personal de baja del Príncipe de Asturias respecto a su tamaño lo sitúan como uno de los más afectados por la pandemia.
Según informa Isabel Valdés en en el diario EL PAÍS este mismo lunes, el relato se repite desde hace días: pacientes en camillas, en sillas de ruedas y en sillones sea donde sea que se mire. Cualquier recoveco es un espacio aprovechable en las Urgencias del Hospital Príncipe de Asturias, en Alcalá de Henares.
Las balas de oxígeno van y vienen en un recambio que parece interminable, como las prisas y la incertidumbre. Y el silencio. Un silencio raro a veces, “que inquieta”, cuenta Rubén Herrera, enfermero de este servicio: “Como en las películas de guerra antes de que los soldados vayan a salir de la trinchera, esa es la medicina que hacemos ahora en la Urgencia, en el hospital, de guerra”. Ya no hablan entre ellos como antes, ni en la cola esperando el reparto de material mientras rezan porque queden mascarillas ni en los descansos porque apenas hay ni siquiera en el baño porque pueden pasar turnos enteros sin ir. “Solo piensas en las siete o diez horas que tienes por delante, en que no se colapse la Urgencia y en que haya protección para todos”.
El hospital de Alcalá es “una batalla diaria”. Lo dice quienes trabajan allí y lo corroboran los datos. Acumula cifras que se acercan, y en algunos casos superan, a las de los grandes centros de Madrid. El 27 de marzo, el Príncipe de Asturias tenía 461 ingresados —333 positivos, 17 sospechas y 111 neumonías sin filiar—, La Paz, 803. En sus camas de UCI había 32 pacientes, sin embargo, en el 12 de Octubre, el jueves, 70 [según datos a los que ha tenido acceso este diario]. Registra desde el comienzo de la crisis 117 fallecidos, el Clínico San Carlos acumulaba 124, también el jueves. Sin embargo, este hospital al noreste de Madrid, en condiciones normales tiene 507 camas y 1.939 profesionales sanitarios, cualquiera de los otros citados rozan, mínimo, el doble de plazas; y duplican y hasta triplican su plantilla.
445 profesionales de baja, el 23% de su plantilla
Aunque ya ni el número de plazas ni el de personal corresponden a los oficiales, de 2018. Cada día alguien se entera de que con quien compartió zona el día anterior está en aislamiento en casa o ha dado positivo. Este centro tiene 445 profesionales en esa situación, el 23% de su plantilla. La situación, apunta este enfermero y delegado del sindicato Mats, llega al extremo de que el pasado jueves, nueve alumnos de cuarto de Enfermería fueron a firmar un contrato “y salieron corriendo, literalmente. Lo rechazaron”. Aunque se ha contratado personal —no dan datos de cuántos—, el ritmo de las bajas es mayor que el refuerzo. “De 80 en enfermería hay 30 de baja, y de 21 adjuntos, 13. Llevamos ratios de 27 pacientes por persona, es una locura. Cada vez que salgo de una guardia me voy con mal cuerpo a casa porque no sé qué va a pasar”, explica Herrera. Los “pasillos”, camas colocadas en sitios en los que habitualmente no las hay, son casi permanentes.
El “destrozo” emocional
Una médica del centro cuenta que el estado emocional, muchas veces, es peor que el físico, “un destrozo”. “Lo que más duele es no tener opciones, ver llorar a los compañeros, llorar tú, porque sabes que no puedes hacer nada más que explorar, pedir pruebas, diagnosticar y nada más”, cuenta. Lleva un par de días en casa, por Covid-19, pero antes de su aislamiento “todo había estallado ya”. Baja el volúmen de la voz al teléfono cuando cuenta que esos pacientes que hace dos meses hubiesen sido derivados a la UCI, ya no pueden serlo: “Se ponen muy mal, muy mal, en media hora se mueren delante de ti, en tu cara, solo puedes sedarlos y ojalá no falte la medicación para ello porque la gente muere por insuficiencia respiratoria, los pacientes se ahogan, y lo hacen solos”.
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