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Lola Palenzuela siempre estuvo al pie del cañón en los conflictos importantes que importaban a los alcalaínos, especialmente a los del centro desde la Asociación de Vecinos Centro-San Isidro.
Una de las últimas apariciones públicas de Dolores Palenzuela, Lola como la llamaba todo el mundo, fue hace apenas 2 años en las fiestas de los Santos Niños. Durante el pregón inaugural hizo un repaso por la vida de Alcalá de Henares de ella bien conoció repasando una primera inmigración de los años 60 debido a la industrialización de la ciudad, primero de españoles, y como en años posteriores fueron llegando vecinos de otros países con motivo de la globalización. Incluso volvió a tirar de las orejas a los políticos aunque estuvieran delante.
“Todo un referente de nuestra ciudad, de la participación vecinal, de la conservación de nuestro patrimonio. Una mujer ejemplar. Un fuerte abrazo a su familia. La ciudad te recordará siempre”, decía la ex concejala Brianda Yáñez en su cuenta de Twitter.
Ahora, Lola Palenzuela, nos dice adiós en plena crisis del coronavirus. Descanse en Paz.
Lola Palenzuela, in memoriam
Antonio Campuzano articulista de La Luna de Alcalá, dedica un emotivo homenaje a quien fue presidenta de la Asociación de Vecinos del Conjunto-Historico y la Asociación de Vecinos Centro-San Isidro.
“Muy apegada al día a día vecinal, conocedora de las trazadas de la vida de la ciudad, sus intervenciones resultaban siempre esclarecedoras. Su crecida familia, mermada lamentablemente en muy poco tiempo, a cuya lista de bajas ha pasado ella sin aviso alguno, ocupa un espacio de referencia en la ciudad de Alcalá, profesional, educativo, vecinal, portador del cromosoma de la historia del siglo XX.
Cuando todo parecía tranquilo en Wuham, parecía aún más placentero en la calle Cardenal Cisneros, antes calle de los Coches, lugar de Lola y Tomás García Flores, su leal compañero y dueño de la anatomía más alejada de los excesos y los triunfos de la gula sobre la superficie de la tierra. Tomás recuerda con memoria de registro civil todas y cada una de las vecindades de aquel entorno de comunicación con el centro y la periferia con destino a Madrid, con la vocación canónica de la exactitud y el rigor.
Las estrofas de Miguel Hernández tratan al mal de nuestros días con el sabor de la poesía: “…su calor coronado de junios, ya es rocío/alejándose a ciertas regiones matutinas”. Lola ha sido victima de la devastación del mal coronado de espinas de vieja tradición en la pasión del Señor. ”
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