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En el último instante Don Juan se arrepiente y todo cambia de forma inesperada. Alcalá, impasible, termina como siempre: tirando cohetes.
- Crónica gráfica de Ricardo Espinosa Ibeas para ALCALÁ HOY
El Teatro Salón Cervantes (TSC) acogió este domingo a Teatro Independiente Alcalaíno (TIA), compañía teatral que desde que nació en agosto de 1979 para implicarse en la actividad cultural de la ciudad, hasta la fecha, ha representado 51 espectáculos teatrales.
Desarrollada en cinco actos durante 105 minutos, esta económica versión teatral también ha contado con escenas musicales, concretamente tres melodías: “Es gratis” y “El Panteón” , con letra y música de Luis Alonso, y ¡Qué tuerta estoy!’ con letra y música de Javier Ríos.
Su principal crítica es al gasto que se hacía a finales del siglo pasado con la representación anual de dicha obra, “en detrimento del presupuesto que se destinaba a actividades culturales en el año y que dejaba, entonces, algo relegado hasta al propio Cervantes, verdadera raíz cultural de Alcalá”, indica la compañía.
“La representación del Don Juan de Zorrilla, terminaba invariablemente tirando unos fuegos artificiales que las malas lenguas decían que era para que la gente resistiese hasta el final, aguantando las, a veces, frías y húmedas noches del tránsito de octubre a noviembre”.
En esta graciosa versión complutense, Don Juan vuelve a Alcalá, según lo apostado con Don Luis, para demostrar que sigue vencedor en villanías, cosa que ya se viene repitiendo todos los años un día de Ferias .
Aunque Don Juan deja abundantes deudas, y causa escándalos y daños, cae bastante en gracia al Consistorio y, en especial, al dueño de la Hostería donde se hospeda, que ve con alegría que el negocio se le llena por la gente que acude a ver el desenlace de la apuesta.
Este año también viene a Alcalá su padre, Don Diego, quien quiere comprobar con sus propios ojos si es cierto lo que le han contado sobre su hijo, pues no puede comprender por qué tiene Don Juan tanto éxito en Alcalá, si aquí no nació.
Cabreado por las picias que oye narrar a su hijo, Don Diego abandona la Hostería, en compañía de La de Ulloa, madre de Doña Inés, que ve con disgusto que Don Juan haya extendido sus correrías a Alcalá, en uno de cuyos conventos tiene enclaustrada a su hija, a quien Don Juan ha apostado conquistar.
Don Juan, que es taimado y pertinaz, planea todo para llevarse a Inés a su villa junto al Camarmilla; pero allí es interpelado por La de Ulloa, que viene en busca de su hija, y por Don Luis, que le termina por tildar de cobarde y apocado. Don Juan mata a todos y huye saltando por el balcón. Inés, al ver a todos muertos y a Don Juan huido, se tira al Camarmilla desesperada, donde se hunde hasta la coronilla.
Años más tarde, vuelve Don Juan y encuentra su villa trasformada en panteón. Allí lo encuentran también Truenos y Pereda, con quienes termina riñendo, como siempre.
Los muertos del Panteón lo rodean, y La de Ulloa, que se le presenta en forma de estatua polícroma, le afea que siga año tras año repitiéndose sin variar.
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