- El acto estuvo amenizado por la Orquesta Filarmónica Cervantina de las 25 Villas.
- Crónica gráfica de Ricardo Espinosa Ibeas para ALCALÁ HOY
Francisca de Pedraza llenó el Centro de Salud este lunes. Se presentaba el libro “Francisca De Pedraza o el triunfo de una mujer del siglo de oro frente a la violencia machista”, escrito por Ignacio Ruiz Rodriguez , doctor en derecho por la Universidad de Alcalá de Henares, en un acto organizado por la Asociación de Mujeres Progresistas Francisca De Pedraza y la Asociación contra la Violencia Machista Francisca de Pedraza.
El acto se inició con la presentación por parte de Pilar Lledó Collada secretaria de la Asociación Mujeres Progresistas Francisca de Pedraza y continuó con la intervención de Irene Pascual Fernández, Presidenta de la Asociación contra la Violencia Machista Francisca de Pedraza.
Irene Pascual comenzó dando las gracias a Ignacio Ruiz por dar visibilidad a Francisca De Pedraza “que tanto significa para todas, su labor es la poner de manifiesto la violencia machista, formar en cuanto a ese tipo de violencia y al fin y al cabo luchar contra esta lacra que tiene que acabar de una vez y que la figura de Francisca no se tenga que repetir y que ninguna mujer tenga que pasar por una historia así.
Fernando Bermejo Batanero, Doctor en Derecho por la Universidad de Alcalá de Henares, fué el encargado de presentar al escritor Ignacio Ruiz el descubridor de Francisca De Pedraza y autor deel primer libro sobre ella con la colaboración del propio Fernando.
Fernando Bermejo empieza contándonos que hace ya algunos años Ignacio le habló del sensacional hallazgo encontrado en el Archivo Histórico Nacional preparaba su tesis doctoral sobre la historia de la antigua Universidad de Alcalá. Le habló de una historia de maltratos y de violaciones que sufría Francisca De Pedraza por parte de su marido y que tenía un contenido procesal-judicial.
Ignacio estaba convencido que la historia de esta gran mujer debía ser un faro que guiara a todas estas mujeres del siglo XXI y que desgraciadamente están viviendo lo mismo que sufrió Francisca en el siglo XVII.
Actualmente Francisca De Pedraza da nombre a un premio contra la violencia de género, Francisca también cuenta con una suite orquestada de la mano de la Orquesta Filarmónica, su vida ha llegado al teatro bajo el Título “se tendió en el suelo y se hizo la muerta” y además protagoniza un comic “Mujer y media decir no a la España del siglo de oro”.
La siguiente en intervenir fué Yolanda Besteiro De La Fuente, Vicepresidenta del Observatorio Estatal De Violencia Sobre la Mujer y Presidenta de la Asociación de Mujeres Progresistas Francisca De Pedraza.
Yolanda Besteiro empezó agradeciendo a todas y todos por acompañarles en una tarde tan especial y por reunirnos “para tratar de proyectar nuestra fuerza y nuestra energía para transmitir un mensaje de esperanza a tantas y tantas Franciscas de Pedraza que sufren en silencio y que no se atreven a denunciar” también hizo un reconocimiento a las otras Franciscas que chocan contra el muro de las personas que las rodean y de las instituciones que se supone que están ahí para ayudarlas y que sin embargo encuentran la misma respuesta que en su día encontró Francisca.
A pesar del tiempo transcurrido y a pesar de los avances que parece que ya se han conseguido el día a día nos recuerda que todavía nos queda mucho camino que recorrer. Yolanda solicitó un minuto de silencio ya que ese día había sido asesinada una mujer en Las Palmas por el mero hecho de ser mujer, la víctima número 45 en un año especialmente virulento dramático contra las mujeres.
Ignacio Ruiz, Doctor en Derecho por la Universidad de Alcalá de Henares, Catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones en la Univesidad Rey Juan Carlos y director de la cátedra Universitaria España-Israel, fue el encargado de poner el broche de oro a un acto que resultó perfecto y muy ilustrativo.
Resumen del Libro
La historia de nuestra protagonista, Francisca de Pedraza, puede ser similar a la que podría haber vivido cualquier mujer de finales del siglo XVI y principios del XVII. Se trata de una historia escrita en letras de discriminación y sometimiento, por cuanto el tradicional papel de la mujer consistía en el de un ser secundario y sometido al varón.
Así, con escasas excepciones, su rol, dentro de un mundo construido por hombres y para hombres, no era otro que el del matrimonio o el convento. Sin duda alguna, la primera etapa de aquel calvario comenzaba en el seno de la propia familia, en donde las hijas quedaban bajo la tutela del padre, desempeñando un papel siempre al servicio del mismo.
Tras esos primeros años, el matrimonio –en muchas ocasiones pactado entre familias– suponía la salida de la adolescente del seno familiar, para pasar a depender de su marido, al cual en innumerables ocasiones conocía el mismo día de la ceremonia nupcial. Francisca pronto quedará huérfana de padres, por cuyo motivo fue educada por las monjas complutenses, en un ámbito en donde los rezos y la formación en el servicio y la austeridad fueron su día a día.
En un momento dado vino a contraer matrimonio, en el pleno convencimiento de que al lado de aquel hombre podría desarrollarse como mujer, como esposa y como madre. Nada más lejos de la realidad, ya que el matrimonio con Jerónimo de Jaras, su marido, vino a demostrar, una vez más, cuan cruel era la vida de las mujeres.
Pero para ella todavía habría de ser más dura si cabe, ya que no tardaría en recibir sus primeras palizas. Golpes, palos y otra serie de crueles malos tratos fueron el eje vertebrador de aquel matrimonio a lo largo del tiempo, todos ellos recibidos por esta mujer con la mayor expresión de violencia, pero también de impunidad de su agresor y marido.
De este modo, tras años de malos tratos, decidió cierto día poner fin a su suplicio, por más que se tratara de una medida poco usual, ya que lo natural habría sido el suicidio o la huida; pero ella intentó acabar con esa situación acudiendo a la justicia, primero a la ordinaria, luego a la eclesiástica y, finalmente y de manera inaudita, a la universitaria.
Ante todas ellas, desprovista de su intimidad, de su jubón, mostró las múltiples muestras que la crueldad de su marido había dejado en su rostro y cuerpo. Eran las muestras que la mano agresora que un monstruo, de su marido, habían plasmado en su cuerpo de mujer. Sabía que era una mujer frente a un mundo, un mundo creado por los hombres, de los hombres y para los hombres, pero ella estaba dispuesta a presentar batalla, por más que ello supusiera enfrentarse a un mundo que a éstos pertenecía casi de manera exclusiva.