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Después de los resultados habidos en la noche del 28 de abril, creo que es justo comenzar estas líneas con una enhorabuena, una felicitación y un pésame.
- Santiago López Legarda es un periodista alcalaino que ha ejercido en diferentes medios nacionales.
La enhorabuena para Pedro Sánchez y los militantes y simpatizantes socialistas, que han conseguido un resultado que casi con toda seguridad les garantiza seguir al frente de los destinos del país. La felicitación, para los votantes y simpatizantes de Vox, que obtienen un resultado peor del que esperaban pero que constituye un éxito mucho mayor del que algunos – incluido el abajo firmante – les habríamos deseado. Y el pésame para los dirigentes, votantes y simpatizantes del Partido Popular, que vieron esfumarse toda esperanza de desalojar a Sánchez de La Moncloa.
A la enhorabuena, la felicitación y el pésame cabría añadir una preocupación: la crecida del voto nacionalista, sin duda provocada por la polarización extremista que se ha dado en ciertos sectores ciudadanos. Una polarización que no hace más que subrayar lo difícil que resultará gestionar los asuntos territoriales.
En la misma noche electoral comenzaron las lamentaciones – un tanto jeremíacas – de los portavoces mediáticos de la derecha por los efectos devastadores que ha tenido para ellos la división en dos candidaturas del voto que antes iba casi íntegramente al Partido Popular. En efecto, los populares, tantas veces beneficiados en el pasado reciente, ahora han sido víctimas de una ley electoral pensada para favorecer a la derecha. Cabe recordar que los elementos esenciales de esta ley – parlamento bicameral, sesgo mayoritario en el Senado, división en circunscripciones provinciales, asignación de un número mínimo de diputados por provincia, etc. – fueron pensados por un asturiano de extraordinaria brillantez, aunque de talante un poco esquinado, eso sí: don Torcuato Fernández Miranda, fiel servidor del régimen franquista y leal colaborador después del rey Juan Carlos I.
Así que una de las conclusiones principales de la noche electoral es que, en términos porcentuales, los bloques políticos de la derecha y de la izquierda siguen empatados, pero las ansias justicieras de los discípulos de Don Pelayo le han hecho un gran servicio al amigo de sarracenos Sánchez. Una pregunta para Abascal y Smith: ¿suscribiría la gran Margaret Thacher – que da nombre a la plaza donde reunieron a sus seguidores – esa idea tan macanuda según la cual “la izquierda cuenta votos, pero nosotros contamos voluntades de servicio a España”? Qué tiempos estos en que tenemos que recordaros que la piedra angular de la democracia es “un ciudadano, un voto”. Y de ahí viene el tedioso conteo al que nos vemos abocados cada cierto tiempo.
Y hablando de conteos. No me parece justa ni aceptable la idea de los socialistas de gobernar en solitario. Es lógico que, a cambio de su apoyo para la investidura y para un plan de gobierno a cuatro años, los de Iglesias exijan sentarse en el Consejo de Ministros. Lo que sí cabe pedirles, tanto a ellos como al PSOE, es que manejen el rumbo del país con prudencia y moderación, mirando no sólo a la izquierda, sino también a los millones de ciudadanos que han expresado su preferencia por los programas de centro-derecha. En esto, Sánchez estuvo acertado cuando prometió en su sede madrileña que no habría “cordones sanitarios” contra las fuerzas constitucionales y que pensaba ser el Presidente de “todos los españoles”.
Una vez conocidas las primeras reacciones, lo que yo reprocho a las fuerzas moderadas del centro-derecha es lo mismo que reproché a Sánchez tras las elecciones de 2015 y 2016: el malhadado no es no. Si un gobierno apoyado por los soberanistas es malo para España, ¿qué piensan hacer ellos para evitarlo? ¿Quizás bloquear el Parlamento uniendo sus votos negativos a los de los independentistas hasta obligar a repetir las elecciones? Con actitudes como esas, tan contrarias al mensaje de pacto, diálogo y moderación que sale de las urnas, jamás se habría podido redactar una Constitución como la del 78, que ha iluminado los mejores años de nuestra historia.
Por fortuna para España , que para mí es sinónimo de ciudadanía española, Sánchez tiene muchas posibilidades de articular una mayoría suficiente frente al empecinado no de los 149 diputados de centro-derecha y extrema derecha. Pero hay que insistir tantas veces como sea necesario en que no es bueno que ese no visceral le aboque a necesitar los síes o las abstenciones de las gentes del PNV, EH Bildu, ERC o JxC. La mejor base de partida para afrontar el desafío independentista es no necesitar sus votos ni para la investidura ni para los presupuestos ni para nada.
“Lo primero es España”, dijo Pablo Casado en la noche triste de su derrota. “Me duele España”, había dicho el teatral Albert Rivera en los debates televisivos. Muy bien, señores, es llegada la hora de que ustedes demuestren con actos cuánto aman a su país y cuánto desean su tranquilidad política y su prosperidad económica. Es pertinente terminar con la pregunta que encabeza estas líneas: ¿queda algo de patriotismo por ahí?
¡BUENA REFLEXIÓN!
Buen artículo Santiago..Los avisos de la militancia siempre son oportunos,,CON RIVERA NO