El libro de Judit, contenido en el Antiguo Testamento, ensalza a una mujer, a Judit ya que, gracias a ella, a su coraje, valor y también a su astucia, una vez más el pueblo judío vence a sus enemigos. Muestra como Dios, a menudo, escoge a los aparentemente más débiles, para conseguir los propósitos más difíciles. Para los judíos y protestantes es un libro apócrifo y para los católicos deuterocanónico.
La historia que se cuenta allí es la del pueblo judío, cercado por el ejército sirio de Nabucodonosor al mando del General Holofernes, que sitia la ciudad de Betulia, cortando el suministro de agua. Es en ese momento cuando aparece Judit, una viuda joven y guapa, que vive de manera honesta y que, cuando se entera de que Betulia va a ser entregada, se presenta en el consejo de ancianos y les echa en cara que hayan perdido la fe y que tan pronto se rindan.
“Y ahora, hermanos, mostremos a nuestros conciudadanos que de nosotros pende no sólo nuestra vida, sino que el santuario, el templo y el altar sobre nosotros se apoyan. Demos gracias al Señor, nuestro Dios, que nos prueba igual que a nuestros padres” (8, 24-25).
A continuación, se acicala, se pone sus mejores galas, se convierte en una mujer de bandera, atractiva y apetecible:
“… bañó en agua su cuerpo, se ungió con ungüentos, aderezó los cabellos de su cabeza, púsose encima la mitra, se vistió el traje de fiesta con el que se adornaba cuando vivía su marido Manasés, calzóse las sandalias, se puso los brazaletes, ajorcas, anillos y aretes y todas sus joyas y quedó tan ataviada que seducía los ojos de cuentos hombres la miraban” (10, 3-4).
Vestida así se dirige al campamento de Holofernes para insinuarse al general, quien sucumbe a sus encantos. Dice haber huido de su pueblo y ser su esclava, miente sin pudor ante Holofernes quien la invita a un banquete y, cuando todos se retiran, embriagados y cansados, Judit, en un momento de especial dramatismo en el relato, se acerca a Holofernes y, después de encomendarse a Dios, le asesta dos golpes en el cuello y le corta la cabeza. Previamente lo ha embriagado hasta el punto de robarle la voluntad. Después, entrega la cabeza a la criada que la ha acompañado en semejante aventura y, juntas, vuelven a su casa.
“Avanzó, después, hasta la columna del lecho que estaba junto a la cabeza de Holofernes, tomó de allí su cimitarra, y acercándose al lecho, agarró la cabeza de Holofernes por los cabellos, y dijo: Dame fuerza, Dios de Israel, en este momento. Y, con todas sus fuerzas, le descargó dos golpes sobre el cuello y le cortó la cabeza (Judith 13, 6-8)”.
Cuando los asirios descubren a su general decapitado, se conmocionan y no saben cómo reaccionar. Se sienten débiles y el ejército israelita los derrota con facilidad:
“En cuanto despertó la aurora, colgaron del muro la cabeza de Holofernes y todos los hombres de Israel tomaron sus armas y en escuadrones salieron a las subidas del monte” (14, 11).
La pintura y la literatura recupero su figura para llevarla al teatro, al poema o a la música: Lope de Vega, Azorín, Pedro Salinas, Maeterlick, Kaiser, Bernstein, etc …
El Partido Popular, por el poder del dedo, ha proclamado candidata a alcalde de la ciudad a Judith Piquet Flores, alcalaína, licenciada en Derecho, de 39 años, casada y con dos hijos.
Dejo aparte el valor como persona, como política y como líder que pueda tener esta señora, pero su elección entierra, políticamente hablando, a los componentes populares de la actual Corporación Municipal, apostando por una cara nueva y poco conocida, yo diría que nada, por la ciudadanía. Es un “órdago” del Partido Popular al futuro. Jugada de alto riesgo, que igual puede revitalizar esas siglas que hundirlas en los últimos puestos de la votación local. En cualquier caso, me parece a mí que, o repiten el tripartito de Andalucía, o se perderán en el poder de la nada en una oposición dividida.
Las elecciones municipales son diferentes a cualquier otra. En una ciudad como Alcalá de Henares, nos conocemos casi todos o, al menos, hemos oído hablar de unos y de otros; y el conocimiento personal lleva consigo saber cuáles son sus ideas y qué fortaleza tiene para llevarlas a cabo.
Doy por sentado que todos los políticos, del partido que sean, quieren el bien para su ciudad. Otra cosa es a través de qué o cómo pretenden conseguirlo. Le deseo a Judith, como al resto de candidatos que respeten la Constitución y la unidad de España, el mayor de los éxitos en esta nueva etapa política que se le presenta.
- Por Antonio Campos, bloguero y polemista