La Ley sobre secretos oficiales, es del 5 de abril de 1968, con algunos retoques establecidos en 1978, antes de la aprobación de la Constitución. Actualmente, el periodo de desclasificación automática es de 25 años para materias secretas y 10 para las reservadas, atribuyendo al Consejo de Ministros la facultad de clasificación.
La primera voz pública que surgió en contra de la verdad oficial del momento sobre la asonada del 23-F-1981, fue la del excoronel Amadeo Martínez Inglés, quién escribió, hace ya muchos años, que “El golpe del 23-F lo dirigió el rey Juan Carlos” en su libro “23-F. El golpe que nunca existió” de Editorial Foca.
El coronel Martínez Inglés fue profesor de Historia Militar y Estrategia en la Escuela del Estado Mayor, miembro de los Servicios Secretos-CESID y testigo directo de los entresijos del Ejército durante el período de la Transición. En 1990 fue arrestado durante cinco meses en la prisión militar de Alcalá de Henares por defender la idea de crear unas fuerzas armadas profesionales, y se le apartó del servicio activo cuando iba a ser ascendido a general. Dice:
“Los golpes militares se dirigen desde el primer momento contra la cúpula del Estado, en este caso contra el rey; sin embargo, el 23 de febrero de 1981 al monarca no lo molestaron”.
“Los guardias civiles que entraron en el Congreso de los Diputados bajo las órdenes del teniente coronel Tejero no iban en contra del rey, iban precisamente en su nombre, incluso dando vivas al monarca, como se observó en la televisión”.
“Ese golpe, entre comillas, tampoco iba contra el sistema político. El general Armada, la cabeza visible en Madrid, llevaba en su bolsillo una hoja con un futuro Gobierno presidido por él e integrado por demócratas de los principales partidos políticos”. “Fue una maniobra político-militar- institucional, puesta en marcha por el propio sistema, desde la Corona, para desactivar un golpe militar que se estaba fraguando para el 2 de mayo en los ambientes más radicales de la extrema derecha española, era un golpe contra el rey, preparado por militares que deseaban que España volviera al totalitarismo.”
“La operación fracasó por la actitud de Tejero al entrar en el Congreso de la forma como lo hizo, pistola en mano, disparando al techo. El rey no pudo asumir esa actuación. “El rey fue alertado por sus ayudantes y le recomendaron que se quedara fuera de la maniobra. Entonces el general Armada intentó ir al palacio de la Zarzuela a explicarle al rey lo que había sucedido y prometerle que lo solucionaría todo, pero el rey le dijo que se quedara en la sede del Estado Mayor a las órdenes del general Gabeiras. Y después lo arrestaron.”
Y sigue diciendo: Milans del Bosch dijo: “El rey quiso dar un golpe de timón institucional, enderezar el proceso que se le escapaba de las manos y, en esta ocasión, con el peligro que se cernía sobre su corona y con el temor de que todo saltara por los aires, me autorizó actuar de acuerdo con las instrucciones que recibiera de Armada”.
El periodista Nicolás Valero Garrido añade: A mi juicio y por lo que yo he investigado / colaboré en 1991 /10 años del 23F / en el reportaje que emitió la SER, quien en realidad paró todo fueron Reagan y Margaret Thacher que llamaron al Rey mostrando su rechazo absoluto a lo que podría pasar.
“Para Suárez estaba claro que el alma del 23-F era el Rey”, en opinión de Pilar Urbano. El rey parece que insistió “¡A mi dádmelo hecho!” (El Rey y su secreto, Jesús Palacios). Estaba previsto que a la llegada de Armada, varios diputados lo avalaran, entre ellos Fraga, Sánchez Terán, Herrero de Miñón, Enrique Múgica, Peces Barba y José Luis Álvarez. Se consiguió lo que pretendía: el rey y la monarquía consolidados; la democracia fortalecida; el desarrollo del estado autonómico paralizado; y la política de Suárez reconducida”. Víctor Arrogante, Secretos de Estado, 20-02-2017.
¿Por qué ahora en el año 2018 el PP y el PSOE quieren mantener secretos los documentos reservados relacionados con el intento de golpe de Estado del 23-F, aunque el Congreso aprobara en su día la desclasificación de los mismos? ¿Tienen algo que ocultar de alguno de sus líderes de aquella época? ¿De su financiación transfronteriza de aquellos momentos? ¿Es este asunto parte de los dosieres de Jordi Pujol y sus patas negras? ¿Cambiamos una dictadura, llamada democracia orgánica, por una dictadura de partidos políticos, llamada partitocracia?
Han pasado muchos años, aunque, probablemente, no los suficientes para aceptar toda la verdad de lo sucedido en aquellos años de la Transición, más aún cuando ahora nos remontamos a la Guerra Civil reclamando venganza sobre las matanzas cometidas por ambos bandos, dos frentes secesionistas abiertos tratando de pararlos con transferencias dinerarias y paños calientes, y unos radicales que lo único que quieren es derribar aquel sistema que nos dimos con la Constitución del año 1978.
A lo peor en este caso la posición de esos partidos políticos es la prudente, en estos momentos. Salud y larga vida.
Antonio Campos . El blog de Campos