Eso es todo, amig@s

"En estos días he tomado finalmente la decisión de darme de baja del PSOE. Entregar el carnet no ha sido fácil. Ni repentino. Más bien todo lo contrario. Ha sido muy difícil y me ha llevado mucho tiempo, pero la verdad es que ya no reconozco esta organización y, sobre todo, ya no me reconozco en ella". Francisco Muñoz Romero, ex portavoz del grupo municipal socialista en la década de los 90 y exsecretario general del PSOE complutense, hace pública en esta carta remitida a ALCALÁ HOY, su baja del partido en el que ha militado casi 30 años.

Francisco Muñoz Romero

  • Remitida por Francisco Muñoz Romero

En estos días he tomado finalmente la decisión de darme de baja del PSOE. Entregar el carnet no ha sido fácil. Ni repentino. Más bien todo lo contrario. Ha sido muy difícil y me ha llevado mucho tiempo, pero la verdad es que ya no reconozco esta organización y, sobre todo, ya no me reconozco en ella. Supongo que a la otra parte le ocurre lo mismo y que la organización no reconocerá ni se reconocerá en militantes como yo. Así que es lo mejor para las dos partes. Cuando se pierde la fe a estas alturas, se pierde la fe; y entre ésta y los amigos, prefiero quedarme con los amigos. Aún así tampoco hubiera tenido grandes problemas en sostener mi militancia si no fuera por una serie de hechos y circunstancias personales y profesionales, de naturaleza privada, que han inclinado finalmente la balanza.

No quiero irme dando un portazo ni salir renegando de personas o de proyectos políticos. No es esa la cuestión ni es ese el motivo. Esto es algo estrictamente personal, pero no tiene nada que ver con personas. Ni de aquí, ni de más lejos. No hay factor humano local, ni regional ni federal aunque la situación que he vivido muy de cerca en los recientes procesos federales, regionales y locales no ha hecho sino ratificar mi extrañamiento con respecto de las lógicas de funcionamiento de esta organización y su deriva oportunista.

El proceso empezó en 2015. Tras las elecciones generales de diciembre no fui capaz de entender lo que el entonces secretario general, Pedro Sánchez, quiso y trajo para él y el PSOE. Pedro Sánchez le hizo a Rajoy el favor de su vida, ya que habiendo perdido las elecciones y, ante la insólita e inteligente renuncia del vencedor, se empeñó en querer ser presidente del gobierno a toda costa poniéndose bajo los focos con una escuálida minoría parlamentaria detrás y con unos socios potenciales que durante toda la vida han sido, son y serán los enemigos naturales del PSOE. Pocas veces se ha visto un ejercicio de soberbia política tan extraordinario. Pedro Sánchez le dio tal salida política al candidato del PP que si Mariano Rajoy es hoy presidente del gobierno se debe, fundamentalmente, a que esa decisión nos rompió por dentro y por fuera. ¿Cómo se permite al candidato del PP, ganador de las elecciones, no presentarse a la investidura? ¿Por qué se lleva de la mano a la militancia a votar un acuerdo con Ciudadanos cuando se está forjando un pacto secreto con Podemos, círculos y confluencias republicano/independentistas?

Pedro Sánchez pide en Alcalá el sí al acuerdo con Ciudadanos en febrero de 2016.Foto de Ricardo Espinosa Ibeas

Ante la sociedad, este ejercicio de malabarismo nos penalizó gravemente con la pérdida de más de 100.000 votos en cuatro meses cuando veníamos ya de perder en diciembre de 2015 más de dos millones de votos y 20 escaños. Si eres el perdedor de unas elecciones, sólo una aritmética coherente te puede dar el gobierno. Como la que se da en Alcalá, por ejemplo. Pero si no la hay, no la hay. Y si no lo ves, tenemos un problema.

Desde ese momento se desencadenó internamente el disparate y el sinsentido político. Por parte de los unos y de los otros; es decir, por parte de todos se ha competido en decisiones desacertadas hasta llegar a aquel nefando Comité Federal de octubre. El resultado final es que el neo-liderazgo de Pedro Sánchez se forjó en la ambición de los (y las) que le querían fuera y en el manejo oportunista por su parte de la segunda investidura. Creo que se aprovechó de unas circunstancias concretas y del irresponsable “No es no” para armar un modelo político personalista, autoritario, táctico y contradictorio que ya ha tenido su tiempo de probar cosas y lo único que ha demostrado es su facilidad para cambiar de criterio en función de los acontecimientos: la abstención a la segunda investidura de Rajoy era un acto de alta traición socialista, pero el “Si es si” al Rajoy del 155, es un “acto de responsabilidad para con el país”. Pues si, lo es y lo apoyo. Pero también la abstención en su día exigía una visión de Estado que no apareció por ningún lado. O el mantra “somos de izquierdas” que no te impide llevar en las listas o incluir en tus equipos a gente que nunca lo ha sido o sumar a tu proyecto a la derecha de la que fuera Unió Democrática de Catalunya. Y no digo que no hubiera que hacerlo o que no haya buenas razones para hacerlo: lo que es insoportable es la levedad de las decisiones políticas que convierten los eslóganes en hoja de ruta y el tacticismo en dogma de fe.

Puede sonar a paradoja, pero tengo la impresión de que cuanto más se apela al poder soberano de las bases, más autoritario y personalista es el liderazgo. De esto saben mucho en Podemos, como estamos viendo, y lo peor de todo es que hay lideres socialistas convencidos de que ese es el modelo a seguir. Podemos y todas su marcas estarán, en cuatro años más, entre el 10 y el 15% de voto nacional, lo que coincidirá naturalmente con el espacio político que ocupaba la canibalizada y casi extinta Izquierda Unida. El PSOE siempre ha sido un partido de democracia representativa. Sus 139 años de vida se deben a que este modelo es el más capaz de gestionar conflictos internos que de otra forma, terminan por liquidar a las organizaciones políticas “más a la izquierda”, como se ha demostrado desde la III Internacional. Los modelos asamblearios o de democracia directa son, por definición, fracasos en potencia. Aún así, esta parece ser la apuesta del neo-socialismo sanchista y un motivo más de mis diferencias y de mi distanciamiento.

Lo que he visto en los procesos regionales y locales de elección de Secretarios Generales no sólo sigue fielmente este rumbo sino que se ha ido radicalizando y profundizando a medida que se ha ido bajando el nivel del debate y se ha dado entrada al juego de los intereses personales de corto alcance. Franco fue elegido secretario general del PSOE-M con una participación real que no llegó al 50% del censo (aunque aceptamos algo de maquillaje estadístico por aquello de los medios y oficialmente fue el 50,2%). En Alcalá, la participación en el debate político sobre la gestión de la ejecutiva saliente fue del 12% (con 66 votos a favor de la gestión) pero luego en el periodo de votación se llegó al 70% del censo, con 355 votos a favor de Javier Rodríguez Palacios. Creo que se me entenderá perfectamente si digo, parafraseando a Pascual Maragall, que “tenemos un problema y ese problema se llama 289”.

Ahora bien, la grandeza del modelo que yo entiendo 100% PSOE es que funciona y que el hecho de que la actual dirección no me guste nada a mi, es algo insignificante, puesto que al final, uno no es nadie y a Pedro Sánchez, Franco o Rodríguez Palacios los legitiman unos procesos formales y reglados de democracia interna. Y ante esto, poco más hay que decir.

Esta nueva etapa podrá ser buena, brillante o nefasta y oscura, eso es algo que veremos con el tiempo. No lo prejuzgo y no le deseo de antemano el fracaso. Sólo que en este momento, me resulta ajena, a veces me irrita, otras no entiendo nada y, por tanto no quiero formar parte de ello. Ahora bien; esta baja, temporal o no, definitiva o no, tiene que ver más con el continente que con el contenido, esto es, uno se puede dar de baja de un partido, pero no de una forma de entender el mundo. Y en ese sentido, si, uno no va a dejar de ser “revisionista”, reformista o socialdemócrata, como quieran llamarlo.

Este es el contexto en el que se produce mi baja del PSOE. Pero insisto en que sólo es el contexto; no es el motivo. Como ven, la cosa no es sencilla: son muchas cosas y no es ninguna. Es más bien un estado de ánimo. Algo esencialmente personal y, como todas las decisiones complejas, lleno de matices y detalles que se escapan a la racionalización. En todo caso, creo que ha habido, en el cómputo general de mis 34 años de militancia, un equilibrio en casi todo: lo bueno por lo malo, los afectos por los desafectos, las experiencias por las renuncias; así que globalmente satisfecho y siempre agradecido por la posibilidad vital que me dieron los compañeros/as de representarlos tanto en el Partido como en el Ayuntamiento y en la Ciudad.

Termino ya con una disculpa por elevar a pública esta decisión. En mi condición de “ex” no soy mas que un “ex”. Pero el hecho es que fui lo que fui y, en ese sentido uno sigue teniendo muchos amigos/as y conocidos/as en esta ciudad tanto a niveles institucionales y políticos, como asociativos o vecinales a los que prefiero tener en consideración y darles una explicación directa, sin que se puedan sentir molestos porque les lleguen informaciones inexactas o impecisas o rumores de segunda mano.

 

Francisco Muñoz Romero

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