- El pleno del Ayuntamiento de Alcalá de Henares aprueba conmemorar el 70 aniversario de la explosión accidental del polvorín militar del Gurugú.
- La propuesta ha contado con los votos favorables del equipo de gobierno tripartito, grupo socialista, Somos Alcalá y Pilar Fernández del grupo mixto, y la abstención de los grupos de oposición, grupos del PP , Ciudadanos y España 2000.
El pleno ordinario del Ayuntamiento de Alcalá de Henares de este martes aprobó el dictamen de la Comisión del Área de Patrimonio Histórico, Cultura y Turismo para conmemorar el setenta aniversario de la explosión accidental del polvorín militar del Gurugú, presentado a propuesta de la Asociación para el Reconocimiento de la Memoria Histórica de Alcalá de Henares el próximo 6 de septiembre, colocando una placa en las cercanías del lugar de la explosión, en un lugar visible y visitable por la ciudadanía..
Para que aquellos sucesos no caigan en el olvido la Asociación para la Recuperación Histórica de Alcalá de Henares (ARMHADH), ha previsto organizar una serie de actividades.
La primera de ella es la reedición del libro La explosión del polvorín de Alcalá de Henares (1947), realizado por Alejandro Remeseiro y Julián Vadillo, este último miembro de la ARMHADH. La presentación de dicha reedición se realizará en una conferencia, que se celebrará el mismo 6 de septiembre, en la que los historiadores Julián Vadillo y Urbano Brihuega hablarán sobre aquel suceso y sus terribles consecuencias.
Para informar de la propuesta y coordinar las actuaciones una delegación de la ARMHADH, encabezada por su presidente Manuel Ibáñez, mantuvo una reunión el jueves 15 de junio con el alcalde de la ciudad, Javier Rodríguez, y con la primera teniente de alcalde, Olga García.
- Los hechos de septiembre 1947
Hay acontecimientos que acompañan las vidas de las ciudades. Y hay ciudades, que por sus hondas raíces históricas, dan a esos acontecimientos un calado especial. Esas variables se desarrollan sin fisuras en varios momentos de la historia de Alcalá de Henares. Y en septiembre se cumplen 70 años de unos de esos acontecimientos que marcaron a la ciudad complutense y a toda una generación de alcalaínos: la explosión del polvorín de Alcalá el 6 de septiembre de 1947.
La tarde del 6 de septiembre de 1947 trascurría con normalidad en el Alcalá de posguerra. La ciudad recuperaba el pulso tras el caluroso verano y sus fiestas patronales. Los alcalaínos paseaban por la ciudad. Pero cuando la tarde ya languidecía, cuando la noche dominaba la ciudad complutense, a las 21:45, una terrible explosión trastocó para siempre la vida de miles de alcalaínos. Algunos recordaron con estupor los duros bombardeos que los aviones nazis castigaron a la ciudad. Pero en esta ocasión no eran bombardeos. Tras la desorientación inicial, la mayoría cayó en la cuenta que tal detonación, tal devastación solo podía provenir de los polvorines situados en la carretera del Zulema y el Gurugú.
Efectivamente, los polvorines A y B del Gurugú habían hecho explosión. Con la misma todo el cerro donde estaban ubicados bajo tierra quedó destruido. El puente antiguo sobre el río Henares había quedado en muy mal estado. El ventorro de Camacho, cercano a la zona quedaba devastado por la explosión. La fábrica Río Cerámica, que daba trabajo a varias decenas de alcalaínos había quedado completamente destruida. Y casa de Bonifacio Loeches, cercana a la zona de los sucesos, también. Las toneladas de tierra y piedras que movió la explosión se dejaron notar en casi toda la ciudad. Una nube de polvo cubría la ciudad de Alcalá de Henares.
El panorama no podía ser más dantesco. Poco después unidades del ejército, sanitarios, etc., se desplazaron hasta el lugar del suceso. Allí comenzaron a valorar de cerca la magnitud de la catástrofe. La Casa de Socorro y el Hospital de la Plaza de la Victoria (actual Facultad de Económicas y Empresariales) comenzaron a recibir heridos. El Hospital de la vecina Guadalajara, también.
La labor ejercida por el entonces alcalde accidental, Félix Huerta, fue fundamental. El alcalde de la ciudad, Lucas del Campo, se encontraba en ese momento de vacaciones en San Sebastián y fue Huerta quien tomó las riendas de la situación. El desastre era un hecho. Cabía preguntarse qué había pasado.
La explosión afectó a los polvorines militares situados en el cerro Zulema, y ocasionaron entre 24 y 26 fallecidos, según las fuentes, y numerosos heridos en la ciudad complutense, situada a unos dos kilómetros.
Aunque lo más probable es que se tratara de un accidente provocado por el calor (durante la posguerra estallaron otros polvorines por esa razón y por esas mismas fechas estalló también un polvorín en Cádiz causando decenas de muertos y heridos), el régimen franquista lo atribuyó al «terrorismo marxista» y fueron acusados 24 miembros de las clandestinas JSU de Madrid y de Alcalá de Henares.
En febrero de 1948 se celebró el consejo de guerra que condenó a muerte a la mitad, siendo ejecutados ocho de ellos en Ocaña el 21 de agosto de aquel mismo año.