Treinta amigos reunidos para hacer la ruta del Canal de Castilla, partiendo de Alar del Rey (Palencia), doscientos siete kilómetros de recorrido, anchura según lugares entre doce y veintidós metros, y desnivel de unos ciento cincuenta metros. Transcurre por sitios en los que el lechazo se come sobre medio pan blanco de pueblo, que sustituye al plato de barro, y el que primero acaba su ración, tiene el premio de comerse la cabeza del corderillo lechal.
Es tu pueblo, ¿no? Quienes estén viajados, a mí me lo enseñaron dos inspectores de asuntos internos, que se llamaban Verdugo y Mata, cualquiera puede imaginarse el tembleque de quien caía en sus manos, con esos nombres, sabe que España tiene una capital, que es Madrid; tres ciudades, que son Barcelona, Valencia y Sevilla; una villa, que es Bilbao; y lo demás pueblos. Seguís igual que con Franco: Alcalá de Henares, curas, putas y militares.
Y no porque exista el sexo profesional de pago, Sabina dixit, que ha existido, existe y existirá. Ni porque la fiesta estuviera organizada por y para personas mayores, libres y conscientes de sus hechos. Aquellos que hayan seguido mis escritos saben que soy de los que opino que estas/os profesionales deberían estar legalizadas/os y reguladas/os, con cotización a la Hacienda Pública y a la Seguridad Social, y consiguientes prestaciones sociales y de pensiones.
El sexo es bueno y necesario para la estabilidad integral de las personas. Corría el año 1971, yo era un chaval de 21 años, trabajaba en lo que hoy es una firma Auditora, entonces se llamaba Inspección. La diferencia entre Inspección y Auditoría es que la inspección revisa todos los hechos acontecidos en un periodo determinado; y la auditoría revisa por excepción y de forma aleatoria, elevando a la totalidad el porcentaje de errores de la muestra. Hoy en día, todo es auditoría, porque es más barata y los pequeños errores o faltas no justifican el coste de la inspección.
Sigo. Enviaron un equipo de un Inspector Principal y diez juniors como yo, a revisar determinadas instituciones financieras a las Islas Canarias, a todas las islas, seis meses sin volver. Trabajábamos mañana, tarde y noche, con un rigor extremo. Un día, uno de los juniors no se presentó a la hora de entrar al trabajo. Pasaba el tiempo y seguía sin venir. A eso de las once de la mañana se presenta “niquelao”, recién duchado y afeitado. Se acerca a la mesa del Principal y antes que este hablara, le dice: “Es que anoche ligué con una sueca y eso no se puede desaprovechar”. Y le contesta el jefe: “Es la única causa por la que se puede llegar tarde al trabajo”.
A mí lo que me molesta es que se haya utilizado un edificio del Consistorio, o sea, de todos los alcalaínos, para roce y regocijo de algunos.
A mí lo que me molesta es que ninguna asociación feminista, feminazi, femicomu o de igualdad, haya abierto la boca en contra del uso y abuso carnal sobre la mujer, y han estado calladas como putas, y nunca mejor dicho.
A mí lo que me molesta es que el tripartito de izquierdas municipal no tome ninguna medida correctora, ni se forme al menos una comisión investigadora formada por todos los partidos con representación en el Concejo, para averiguar fehacientemente si contó con la presencia o no de dos concejales suyos.
A mí me molesta las notas de prensa de esos partidos de izquierdas, lamentando lo ocurrido, pero no tomando decisiones porque, claro, la mayor parte de nuestros representantes locales no encontrarían nunca un currelo tan elegante y bien pagado como el que ahora desempeñan.
A mí me molesta la actuación de la oposición que en vez de lavar los trapos sucios en casa como se hace en cualquier empresa o equipo que se precie, airea la porquería a través de toda la prensa, escrita, hablada y televisiva, de todo el mundo mundial.
Salvo de todo ello a la socialista Yolanda Besteiro que, aunque está frente a mí en cuanto a la legalización de las/os profesionales del sexo, fue la primera, y única, que ha manifestado su propósito de exigir responsabilidades.
Hablar es fácil, actuar es difícil, y más cuando a poco que le empujen a uno, se va al suelo. El que no habla a tiempo, a veces tiene que callar a destiempo.
Antonio Campos . El blog de Campos