Una calle para la gente que vivió para los demás

Aquel chiquillo que vivió parte de su niñez y adolescencia en Alcalá de Henares, cerca de la estación de ferrocarril, en la proximidades de la calle Ferraz, lo escribió en prosa: “La venganza no es un ideal político ni un fin revolucionario. Yo quiero el triunfo de la democracia para acabar con el odio. La única venganza a la que yo aspiro es a ver triunfantes un día los nobles ideales por los que he luchado y por los que miles de demócratas y antifranquistas perdieron su vida o su libertad”. Se refiere el autor a Marcos Ana, "alcalaíno universal que no cuenta en Alcalá de Henares con ningún recuerdo a su figura; no hay calle, plaza o edificio que lleve su nombre".

Madrid. 04.12.13. MAS DOMINGO. Marcos Ana, escritor, en su casa. FOTO: JOSE LUIS ROCA

Aquel chiquillo que vivió parte de su niñez y adolescencia en Alcalá de Henares, cerca de la estación de ferrocarril, en la proximidades de la calle Ferraz, lo escribió en prosa: “La venganza no es un ideal político ni un fin revolucionario. Yo quiero el triunfo de la democracia para acabar con el odio. La única venganza a la que yo aspiro es a ver triunfantes un día los nobles ideales por los que he luchado y por los que miles de demócratas y antifranquistas perdieron su vida o su libertad”. Este llamamiento a la concordia tiene valor añadido viniendo del preso político que más tiempo sufrió las cárceles franquistas: 23 años de prisión y torturas por un delito que no había cometido, que no sirvieron para envenenarlo de cólera ni cegarlo de rabia.

Su nombre era Fernando Macarro Castillo, más conocido como Marcos Ana, que era el pseudónimo con el que comenzó a firmar sus poemas en prisión. Sí, Marcos Ana: Marcos en homenaje a su padre, el cual fue una de las más de setenta víctimas civiles de los bombardeos de la aviación nazi sobre Alcalá de Henares, y Ana en reconocimiento a su madre, la cual literalmente se quitaba la comida de su plato para llevársela a su hijo durante su encarcelamiento en Alcalá de Henares. Pero, insisto, nada de esto le hizo albergar odio, y así también lo escribió en verso:

Si salgo un día a la vida
mi casa no tendrá llaves:
siempre abierta, como el mar,
el sol y el aire.
Que entren la noche y el día,
y la lluvia azul, la tarde,
el rojo pan de la aurora;
La luna, mi dulce amante.
Que la amistad no detenga
sus pasos en mis umbrales,
ni la golondrina el vuelo,
ni el amor sus labios. Nadie.
Mi casa y mi corazón
nunca cerrados: que pasen
los pájaros, los amigos,
el sol y el aire.

Los versos de Marcos Ana atravesaron los muros de las prisiones, se publicaron en muchos países, y una vez libre se convirtió en embajador por el mundo en defensa de los presos políticos encarcelados por el franquismo.

A Marcos Ana se le ha otorgado La Medalla de Oro al Mérito a las Bellas Artes, el premio René Cassin de Derechos Humanos y fue propuesto por la Universidad de Granada al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

Marcos Ana respetó las ideas de los otros sin dejar de ser orgulloso comunista, sin dejar de desear construir “un mundo más justo y humano, un mundo sin hambres y sin guerras, sin desigualdades sociales, donde el sol salga y caliente para todos.”

A pesar de su bagaje, este alcalaíno universal no cuenta en Alcalá de Henares con ningún recuerdo a su figura; no hay calle, plaza o edificio que lleve su nombre. No voy a entrar en el subjetivo debate de si otros tienen más o menos méritos para dar nombre a determinadas calles y avenidas. Lo que sí sostengo es que Marcos Ana merece la suya en nuestra ciudad, y no es el único que la merece.

Mucha gente vive en los barrios, pero unos pocos son los que hacen barrio. Me refiero a esas personas que se preocupan por sus vecinos, que construyen colectivo, que son capaces de pasar del yo al nosotros. Esas personas también merecen dar nombre a los futuros espacios públicos. Personas como Juanillo, infatigable compañero de los más vulnerables; como Milagros Soria, activista vecinal; como Ramón López, cofundador de Asayar… esas personas que desmontan al individualismo a base de esfuerzo y amor.

No, no me voy a parar a revisar los méritos o deméritos de los condes, marqueses y duquesas que dan nombre a nuestro callejero. No me parece útil entrar en una estéril competición que nada construye y que, de seguro, sería repudiada por los propios interesados si estuvieran en vida. Pero me reitero en que es de justicia que los alcalaínos que han caracterizado su existencia en la entrega desinteresada al colectivo, al vecino, al compañero, al prójimo… sean considerados referentes sociales dignos de dar nombre a los futuros espacios públicos de la ciudad que ellos mismo contribuyeron a hacer más humana, solidaria y habitable.

“Sigo pensando que vivir para los demás es la mejor manera de vivir para uno mismo” – Marcos Ana

David Cobo . Portavoz de Izquierda Unida Alcalá

 

 

 

 

 

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1 Comentario

  1. Podría ser una buena idea, salvo por un detalle: las manos de Marcos Ana están manchadas de sangre de alcalaínos inocentes. Estuvo implicado directamente en la represión sangrienta en Alcalá, si acaso no fue su mano la que llevó a cabo los crímenes. Ponerle su nombre a una calle alcalaína sería algo sangrante, en la total literalidad de la palabra. No más sangre en el callejero, ni de un bando ni del otro.

  2. Supongo que quien alaba a Fernando Macarro Castillo será por ignorancia, porque pienso que nadie lo haría con un asesino a sabiendas, mucho menos alguien de ideología comunista que, como sabemos, no perpetraron ni un solo asesinato durante la Guerra Civil. En Alcalá todavía hay muchas personas que recuerdan las “hazañas” del ahora “supuesto” literato, porque es malo escribiendo como su comportamiento durante sus valientes “acciones bélicas” en la retaguardia.

  3. Ya terminada la guerra, según datos oficiales, entre el 1 de abril de 1939 y el 30 de junio de 1944 fueron ejecutados o muertos en las cárceles en España 192.684 personas. Todos ellos procesados en juicios sumarísimos sin defensa y considerados culpables mientras no se pruebe lo contrario. Dar credibilidad a esos juicios y sentencias es dársela al franquismo y justificar el genocidio perpetrado en España tras la Guerra Civil. En cualquier caso, si hoy usted y yo podemos debatir sobre este asunto sosegadamente, a través de este medio o juntos tomando un café, es gracias a la actitud y disposición mostradas por personas como Marcos Ana.
    “Hay que frenar la noria trágica de España, aunque tengamos que poner de calzo el corazón para lograrlo”. – Marcos Ana

  4. Sr. Cobo, está usted equivocado, Fernando Macarro sí cuenta con muchos recuerdos en Alcalá, los que tienen de él los que sufrieron su actuación durante la Guerra Civil y los familiares de sus víctimas. Fernando Macarro siempre seguirá en su recuerdo.
    https://laverdadofende.wordpress.com/2015/01/20/la-verdadera-historia-de-marcos-ana/
    http://gaceta.es/noticias/muere-marcos-ana-madrid-los-96-anos-25112016-0848
    http://blogs.periodistadigital.com/politicamenteacorrecto.php/2010/02/19/marcos-ana-el-asesinato-considerado-como
    http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1962/11/06/032.html

  5. David, entre los juzgados por tribunales franquistas, hubo condenados por ideología. Lo normal, tras una guerra civil, gane quien gane. Pero también los hubo por ser asesinos, ladrones, violadores o delincuentes de toda calaña. No quedan exonerados de esos crímenes por la ideología de sus jueces.

    Marcos Ana es un poeta reconocido, nadie lo discute. Sus versos son apreciables, posiblemente fruto de su paso por la prisión, donde se le desgastarían las ansias de sangre de 1936. Pero, que lo juzgara un tribunal franquista, no presupone que sea inocente. Hubo testigos, numerosos, sin sesgo político, que dieron testimonio de su implicación en los asesinatos. Conocemos los nombres de los asesinados, vecinos de Alcalá sin más culpa que su fe religiosa. ¿Pidió perdón por aquello alguna vez? Nunca.

    En el siglo XX hubo dos grandes ideologías asesinas, genocidas, con millones de muertes cada una a sus espaldas: el nazismo y el comunismo. Stalin superó en millones de muertos a Hitler, aunque solo fuera porque se perpetuó en el poder. Flaco favor le hacemos a este siglo XXI si descabalgamos del callejero a unos, tan solo para sustituirlos por los del bando contrario. El “flower power” en esto no funciona, no reescribamos la historia escondiendo lo que hicieron unos y otros. No queremos ni fascistas ni comunistas en las calles de Alcalá, aunque se vistan de cordero.

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