El Ibex 35 y los ahorradores: Consejos para navegantes

"Hace unos días, en este mismo medio, publicaba Antonio Campos un interesante artículo sobre los hipotéticos resultados que habría tenido un ahorrador que hubiera invertido en la Bolsa española durante los últimos 10 años. Los datos que aporta Campos pueden ser sin duda instructivos, pero el enfoque general me parece que adolece de algunos defectos". El autor, periodista económico, plantea en este artículo algunas sugerencias para quienes se planteen "qué hacer" con sus ahorros. "Lo primero que tiene que hacer un ahorrador que se decide por la Bolsa es olvidarse de historias de “pelotazos” y grandes patrimonios fraguados de la noche a la mañana" , recomienda el autor.

"Lo primero que tiene que hacer un ahorrador que se decide por la Bolsa es olvidarse de historias de “pelotazos” .

 

  • Santiago López Legarda es un periodista alcalaino que ha ejercido en diferentes medios nacionales.

Hace unos días, en este mismo medio, publicaba Antonio Campos un interesante artículo sobre los hipotéticos resultados que habría tenido un ahorrador que hubiera invertido en la Bolsa española durante los últimos 10 años. Los datos que aporta Campos pueden ser sin duda instructivos, pero el enfoque general me parece que adolece de algunos defectos. El más grave de estos defectos, subrayado por él mismo, es no tener en cuenta ni las ampliaciones de capital ni los dividendos cobrados. ¿Sería posible hablar de los rendimientos de la inversión en deuda pública sin tener en cuenta los cupones cobrados? Pues lo mismo sucede con la inversión en renta variable y el reparto de dividendos.

Por otra parte, el momento elegido para el arranque del estudio es el peor de los posibles: el año 2007, cuando las cotizaciones estaban en máximos históricos. Recuérdese que a primeros de noviembre de aquel año el Ibex estaba al borde de los 16000 puntos. La visión que nos ofrece Campos se asemeja demasiado a la de alguien que entra en un casino y luego hace cuentas de lo que ha ganado con este número, lo que ha perdido con aquel otro, etc. Pero la Bolsa, la inversión en renta variable, no es un casino, como dan a entender todos aquellos que gustan de ( o abominan de) “jugar en Bolsa” o “jugar a la Bolsa”. Tampoco es la inversión en Bolsa una especie de paño de lágrimas para esa fantasmagórica clase media que ha ido a refugiarse en un Fort Apache asediado por los cuatro costados. Campos parece olvidar que la emprendedora y sufriente clase media ( y también las clases altas y las clases obreras, por supuesto) tiene a su disposición instrumentos de ahorro que le permiten acumular un capital (pequeño o grande) sin pagar un euro a la hacienda pública.

Se pregunta Campos si ha llegado el momento de entrar en Bolsa y la respuesta, cautelosa, que se da a sí mismo es que sí, que estamos en buen momento. Pero no explica cómo hacerlo, porque podría ocurrir, por ejemplo, que Inditex, que es a su juicio la mejor gestión empresarial del decenio pasado, fuera la peor en el próximo. Aquí van algunas posibles recomendaciones.

Lo primero que tiene que hacer un ahorrador que se decide por la Bolsa es olvidarse de historias de “pelotazos” y grandes patrimonios fraguados de la noche a la mañana. La renta variable no hace rico a nadie que no lo sea ya de antemano. Podrían citarse algunas excepciones, que no harían otra cosa que confirmar la regla. La Bolsa, pues, para el común de los mortales es un camino posible – no exento de sustos y dificultades – para obtener una retribución por los ahorros algo mayor de la que ofrecen otras alternativas (depósitos, deuda pública) a cambio de asumir un riesgo también mayor.

Lo segundo que tiene que hacer el ahorrador es darse cuenta de que el camino elegido exige método y disciplina, además de reducir el riesgo todo lo posible mediante una adecuada diversificación. Esta última es una obligación sagrada, indispensable. Sin diversificación la aventura de la renta variable es lo más parecido a la ruleta rusa: véase a este respecto lo que pasó con los miles de ahorradores que se dejaron seducir por los cantos de sirena que emitía la Bankia de Rodrigo Rato. Para los pequeños y medianos ahorradores no hay mejor forma de conseguir la diversificación que canalizando los ahorros a través de los fondos de inversión que las entidades financieras ponen a disposición de sus clientes. Además, los fondos aportan otra ventaja decisiva: no hay que pagar nada a Hacienda mientras uno no retiren las ganancias conseguidas. Cierto que habrá que pagar unas comisiones por la gestión del patrimonio, pero las ventajas son mucho mayores que los inconvenientes.

¿Cuánto se puede ganar? Bueno, lo que se puede esperar al ahorrar a través de un fondo es ir más o menos a la par con el mercado: si la Bolsa va hacia arriba, ganarás; y si va hacia abajo, perderás. En el periodo que va de enero de 1992 (puesta en marcha del Ibex 35) a enero de 2017, la renta variable española ha ofrecido una rentabilidad anual del 9,3%. Estamos teniendo en cuenta la evolución del índice más los dividendos y las ampliaciones, cosa que se refleja con toda exactitud en otro índice llamado Ibex con dividendos. La rentabilidad anual citada significa que 1000 euros invertidos a comienzos del 92 se habrían convertido en 9236 euros. Esos mismos 1000 euros invertidos en deuda pública a largo plazo se habrían convertido en unos 7000, lo cual ratifica algo comúnmente sabido: que la deuda pública ha sido, es y será un duro competidor de la renta variable a la hora de captar el dinero de los ahorradores.

¿Continuarán esas rentabilidades en el futuro? Voy a arriesgar un pronóstico que mis lectores podrán reprocharme si lo desean dentro de 15 ó 20 años. Según la teoría, la rentabilidad a largo plazo de la Bolsa viene dada por los beneficios empresariales más la tasa de crecimiento de dichos beneficios. En la actualidad, la renta variable española ofrece una rentabilidad por dividendo del 4,6%. Si pensamos que los beneficios empresariales crezcan al mismo ritmo que la economía ( un 3,5% nominal) nos encontramos con una tasa anual de rendimientos para la inversión en renta variable de alrededor del 8%. A esa tasa habría que restar, desde el punto de vista del ahorrador, las comisiones que le cobre su fondo en concepto de gestión y depósito, comisiones que suelen estar en torno a un 2% anual. Suerte y al toro.

Santiago López Legarda . Fue periodista de Radio Nacional de España

 

 

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