El incendio se llevó a Rosa, su colchón ardió a causa de la vela que le servía para alumbrarse. Llevaba dos meses con la electricidad cortada y estaba pendiente de desahucio por impago de alquiler. Tenía 81 años y vivía sola en el 2ºB de un portal de una calle de Reus.
La luz de una vela es la que ilumina las noches de las familias a las que, por falta de recursos económicos, las compañías eléctricas les han cortado el suministro.
A la luz de una vela hacen los deberes los niños pobres en España, malnutridos memorizan los gases nobles de la tabla periódica, sin que les expliquen qué elementos químicos componen la miseria que respiran.
Estudian religión y aprenden que hay que ayudar a los pobres, pero no por qué los hay.
Resuelven ecuaciones despejando incógnitas: si mis padres llevan tres meses sin ningún ingreso y casi un año sin pagar la hipoteca, ¿cuánto tiempo falta para que nuestra salud física o mental se resquebraje? ¿Cuántas noches a la luz de las velas se sucederán antes de que los agrietados pilares de nuestras vidas se conviertan en escombros?
Los estudios certifican que la pobreza mata, y mucho, también en España. Tal vez no sea buen consejo el poner la energía en manos de quien quiere tu dinero en su bolsillo.
Muchos ayuntamientos hacen lo que pueden, también el nuestro, pero su margen de maniobra es insuficiente. Plantear que en toda España todas las personas tengan derecho a un mínimo de recursos energéticos parece una buena propuesta. Recuperar el sector energético es aun mejor. ¿Expropiación? Llamémoslo recuperación, que ya era de todos y algunos lo malvendieron a sus amigos.
Privatizaron el sector energético y dijeron liberalizarlo, prostituyendo el significado de las palabras pusieron el bello verbo liberar al servicio de su cuenta de resultados. Mediante puerta giratoria agradecieron los servicios prestados a los gobernantes cómplices del robo. Hoy esas empresas amasan beneficios mientras las familias trabajadoras empobrecidas viven días fríos y noches de tinieblas a la luz de las velas.
Hay otros problemas de raíz. Alto desempleo y sueldos precarios. Cuando hace años hablábamos de pobres nos referíamos a trabajadores que no podían ejercer su derecho al trabajo, hoy sabemos de muchos pobres con contrato que trabajan 40 horas semanales.
Los salarios son miserables y deberían subir, para asegurar condiciones dignas de vida, para dinamizar la economía. Los sindicatos han planteado una tímida subida salarial del 3% para el 2017, la CEOE ha respondido con un rotundo no.
Recuperar el sector energético, subir los salarios, poner coto a la globalización que desmantela y deslocaliza la industria, cambiar la Ley Hipotecaria que te deja sin casa y con deuda… son reivindicaciones justas que son tildadas de populistas.
Defienda el derecho del trabajador, del refugiado… le llamarán populista. Esgrima los Derecho Humanos y le dirán igual. ¿Ampararse en el punto 2 del art.9 de la Constitución? Le pondrán la etiqueta de populista. Sí, lo harán los mismos que ensalzan la carta magna para defender la monarquía.
El populismo se ha convertido en un comodín, en un arma de desorientación masiva. Un saco donde te meten sin preguntar y donde también cabe la extrema derecha. La cuestión es generar confusión, desinformar… Usted, que exige pan, trabajo y techo es un populista como el hooligan de Trump. Dirán que usted y él son lo mismo, a pesar de ser todo lo contrario. No difundirán las múltiples manifestaciones que recorren las calles de Estados Unidos donde se grita: “No Trump, no KKK, no fascist USA”.
Son tiempos de ofensiva contra el trabajador, de tormenta desinformativa, de renovado pacto del bipartidismo servil a Botín. Es momento de calentar las plazas, de aunar fuerzas, de reorganizar la respuesta.
Nos condenan al frío del invierno sin calefacción, a la desesperación del trabajador sin trabajo, a las noches oscuras. Hay que seguir tejiendo alternativa a la barbarie, con la ilusión de la vez primera, con los medios a nuestro alcance, aunque sea a la luz de una vela.
“Nadie es feliz si es ajeno a la esclavitud de los otros. Vale la pena luchar”
Marcos Ana
David Cobo . Portavoz de Izquierda Unida Alcalá