Alertados por los mensajes de algunos simpatizantes de nuestro grupo, Complutenses por el Parque O’Donnell, acudimos la tarde del martes 23 de agosto al propio parque para ver las severas podas que han sufrido varios árboles en dicho lugar. Lo que pudimos observar eran podas muy duras: terciados en algunos árboles o desmoches en otros. La mayoría, olmos siberianos (Ulmus pumilla). Los ejemplares mutilados tuvieron por objeto una reducción de su ramaje pero también se adivina cierta actitud de prevención de accidentes debido a que se encuentran dentro o alrededor del verjado de juegos infantiles. Los sucesos acaecidos en colegios públicos como el Alicia Larrocha o el Iplacea parecen haber puesto en alerta a nuestro ayuntamiento y para evitar desgracias ha ido por la vía más rápida que es la que comentamos.
Desde luego, no se puede dudar ni un segundo, la vida de las personas está por encima de cualquier árbol ahora bien, ¿por qué se han efectuado estas labores un 22 de agosto con temperaturas máximas de hasta 38 grados? ¿Por qué no se han previsto estas situaciones en otros momentos, en años anteriores incluso?
Por desgracia, estas “técnicas” vienen practicándose como poda de mantenimiento habitual y sistemática sobre los árboles. El terciado y el desmochado son prácticas desaconsejadas por todos los expertos en arboricultura. Las razones son:
- Cualquier poda es una agresión para una planta, que es un ser vivo, pero si esa poda además es fuerte, cortando gran cantidad de ramas y de grueso calibre, el trauma es mucho mayor.
- Los cortes son de un diámetro considerable (ramas gordas), lo que dificulta su cicatrización y cierre, aumentando el riesgo de pudriciones. Cuanto más pequeñas son las heridas, la cicatrización es más fácil y rápida.
- Hay especies que no soportan las podas fuertes y otras, como el plátano de sombra, que las toleran aparentemente. La falsa acacia es un árbol muy común en Alcalá y suele ser víctima de estas prácticas; no cicatriza bien y tiende a pudrirse tras estas podas salvajes.
- Estéticamente es un horror ver un árbol desmochado, es una imagen lamentable.
- Los árboles salvajemente podados viven menos años.
- La estructura de ramas que se creó con la poda de formación queda arrasada, desaparece, y es necesario una re-formación posterior del árbol terciado o desmochado. Después de practicar este tipo de “poda” salen muchos rebrotes vigorosos justo debajo de los cortes. La unión de esos brotes y el tronco es débil y se pudre la rama que los sustenta. Será necesario seleccionar algunos y eliminar otros (re-formación). Aunque esto luego no se hace, es decir, que tercian o desmochan (mal) y no le sigue una poda de re-formación (peor), sino que dejan al árbol que emita libremente multitud de brotes sin hacerle nada hasta que al cabo de unos años se practica otro terciado o desmochado.
El problema viene porque a los árboles, en lugar de hacerles una Poda de Mantenimiento regular cada poco tiempo (cada 2, 3 ó 4 años), que es lo deseable, se los abandona completamente y llega un momento en el que presentan un volumen muy grande y un ramaje denso. Entonces se recurre a terciar o desmochar las ramas. De un plumazo, en una mañana se reduce el volumen excesivo y se acaba con el enmarañamiento. ¿Cómo prevenir y evitar estas podas?
• Elegir la especie arbórea según el espacio que se disponga. Se debe escoger un árbol que cuando sea adulto tenga un tamaño adecuado al espacio disponible. Por ejemplo, si se planta un Plátano en una calle estrecha, obligará a estar continuamente podando para controlar el crecimiento de este árbol tan enorme. Por tanto, conoce antes de plantar si esa especie es de adulta grande, mediana o pequeña y si tendrá sitio suficiente. Veremos qué ocurre con los cedros del Puente de Espartales al Ensanche. • No plantar muy juntos unos de otros para evitar que las copas de los árboles se estorben y ello produzca un mal crecimiento de sus ramas. Vemos en este parque hileras de árboles y cuando falta uno, se planta otro de diferente especie que quizá no tolere la compañía de los veteranos. • Mantener los árboles fuertes y sanos. Un árbol plantado en condiciones medianamente óptimas tiene un desarrollo equilibrado y necesitará menos poda. Para esto: – Plantación con preparación del suelo (enmiendas, abonado, aporte de tierra vegetal,…) y un hoyo grande (en las ciudades cada vez los alcorques son más pequeños). – Riego y abonado para mantenerlos vigorosos. – Vigilancia de posibles plagas y enfermedades y realiza los tratamientos fitosanitarios correspondientes. Con estas premisas, sólo quedará NO descuidar la Poda de Mantenimiento cada 2, 3 ó 4 años. Ideal sería dar un ligero repaso cada año, aunque no es imprescindible. Ahora bien, si por querer evitar costos (en jardines públicos) o trabajo (en jardines privados) no se “tocan” durante muchos años, llegará el enmarañamiento y la copa sobrecrecida. Si se llega a esta situación también hay alternativa a las podas drásticas (están explicadas en el artículo de Poda de Mantenimiento): el aclareo de ramas y la reducción de copa. Sin embargo, en la práctica, con frecuencia vemos que se recurre por desconocimiento, por comodidad o por no poder encontrar podadores cualificados, a la motosierra y a la poda salvaje, que es lo que sucede en Alcalá, CIUIDAD DENDRÓFOBA por excelencia. Hacer una reducción de copa como se explica en el mencionado artículo de la Poda de Mantenimiento, precisa su tiempo. Hay que trepar por las ramas e ir podando unas ramas sí y otras no, a lo largo quizás de una mañana entera para podar un sólo árbol (depende de lo grande que sea). Además hay que tener más idea del tema y los buenos podadores escasean. Por contra, las podas severas son muy fáciles de hacer: motosierra en mano y a talar todas las ramas gordas sin más contemplaciones echando abajo la copa entera que hubo que formar en su día (Poda de Formación). El terciado o el desmochado son un mal menor a los que sólo se debería recurrir en casos muy concretos, como por ejemplo: • Ramas que están secas. Una rama seca o una parte completa de un árbol no sirve para nada. Se elimina. • Ramas grandes que tienen un evidente riesgo de rotura. Hay que suprimirlas. • Para suprimir ramas muy atacadas por plagas o enfermedades. Un caso: los Olmos infectados por el hongo que produce la enfermedad mortal llamada Grafiosis, se podan las ramas afectadas, aunque sean de grueso calibre, con el fin de que no se extienda el mal al resto del árbol. • Árboles decrépitos muy débiles y estropeados que, antes de talarlos, se puede intentar vigorizar con una poda fuerte.
Y por último, un buen consejo es aprender de quienes saben en esta materia y muy cerquita de Alcalá está Torrejón de Ardoz. El ayuntamiento de esta localidad limítrofe dispone de un arbolado excepcional y de un capital humano que los mantiene en perfectas condiciones. No estaría mal que Alcalá se dejara asesorar por el vecino municipio para aprender a tener un arbolado más sano, más vigoroso y más hermoso.
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