La pregunta del millón ( de votos perdidos )

Nuevo artículto del periodista Santiago López Legarda para ALCALÁ HOY: "Amor universal y cabezas que ruedan por desviarse de la gloriosa y siempre acertada senda que marca el líder máximo. Cursilería llena de sonrisas y ramalazos autoritarios que nos recuerdan a un Mao exhibiendo sus habilidades de nadador en el Yangtsé y escribiendo poemas de lírica espiritualidad mientras cientos de miles de personas ( antiguos camaradas casi siempre) van a la muerte en los campos de reeducación. He ahí un cóctel perfecto para perder, no uno, sino unos cuantos millones de votos".

Santiago López Legarda. La pregunta del millón de ( de votos perdidos ) .

 

  • Santiago López Legarda es un periodista alcalaino que ha ejercido en diferentes medios nacionales.

Amor universal y cabezas que ruedan por desviarse de la gloriosa y siempre acertada senda que marca el líder máximo. Cursilería llena de sonrisas y ramalazos autoritarios que nos recuerdan a un Mao exhibiendo sus habilidades de nadador en el Yangtsé y escribiendo poemas de lírica espiritualidad mientras cientos de miles de personas ( antiguos camaradas casi siempre) van a la muerte en los campos de reeducación. He ahí un cóctel perfecto para perder, no uno, sino unos cuantos millones de votos.

Obtener  un 21% de los votos y 71 escaños es un éxito clamoroso. Para sí los habría querido el PCE en sus mejores tiempos, o el CDS de Adolfo Suárez o la UPyD de Rosa Díez. El problema es que esos resultados, comparados con las expectativas que se habían creado, se quedan en un sonoro fracaso y los podemitas están inmersos en un duro debate interno para encontrar las causas del fracaso. Las líneas que siguen intentan ser una contribución a esa búsqueda de los votos perdidos.

La primera razón es que una buena parte de los votantes tradicionales de Izquierda Unida, pocos, pero bastante fieles, se han sentido liberados de todo compromiso y no han querido votar por las candidaturas de Unidos Podemos, ni siquiera tapándose la nariz, como anunció Cayo Lara que haría. Hay un segundo grupo de electores de izquierdas que pueden haberse sentido decepcionados por la radicalidad con que Pablo Iglesias se negó a dar vía libre al gobierno que habían pactado  el PSOE y Ciudadanos. Es cierto que ese gobierno, para salir adelante, requería no sólo la abstención, sino el voto favorable de al menos una parte de los 69 diputados que tenía Podemos en la anterior legislatura. Y en política, pedirle a alguien que vote sí o se abstenga a cambio de nada o casi nada puede parecer un poco excesivo, pero la disyuntiva era gobierno de centro-izquierda  o repetición de las elecciones. Iglesias apostó por repetir las elecciones y esto puede que no haya gustado a votantes anteriormente enfadados o decepcionados con el Partido Socialista.

Otro aspecto que puede haber restado votos a Unidos Podemos es esa actitud un poco camaleónica que les ha llevado a ser la primera fuerza en comunidades como Cataluña y Euzkadi, a costa naturalmente de convertirse en el voto útil de los nacionalistas y separatistas. En Madrid, por ejemplo, donde han perdido casi un 23% del voto que tuvieron en diciembre de 2015,  cabe suponer que hay mucha gente de izquierdas a la que no le gusta ir por ahí reconociendo derechos nacionales a troche y moche. Aunque sólo sea porque si todo el mundo quiere ejercer sus  presuntos derechos nacionales (siempre contra Madrid, claro está) nos vamos a sentir muy solos en medio de esta meseta inmensa y polvorienta que nos acoge.

Por otra parte, durante la campaña hemos podido ver, colgados de los puentes en las carreteras, unos grandes cartelones que decían escuetamente: “Patria, pueblo”. Un lema de indiscutibles resonancias castristas, chavistas o peronistas de izquierdas, pero que chirría un poco en los oídos de la izquierda democrática europea o española. Y finalmente, tenemos el discurso cambiante del líder, que reclamaba para sí la denominación de origen socialdemócrata, cuando sólo unos meses antes se disponía a romper el candado de la Constitución del 78 para luego proceder al asalto de los cielos. Y lo más asombroso es que se permitía dar lecciones sobre vieja y nueva socialdemocracia llevando en sus candidaturas a comunistas libertarios, como el líder del Sindicato de Obreros del Campo.

Todas estas razones pueden haber convencido a mucha gente de que entregar a Podemos la hegemonía de la izquierda era una aventura con grandes probabilidades de acabar como el rosario de la aurora. Ahora tendrán que definirse y habrán de hacerlo con cuidado, porque corren el riesgo de desintegrarse con la misma fulgurante rapidez con que aparecieron en el firmamento político español. No es fácil unificar bajo un único proyecto coherente todos los descontentos, todos los malestares, todas las ilusiones o todas las reivindicaciones. Podemos no tiene las raíces de un PSOE, y ahí está el ejemplo cercano de UPyD como demostración de que escalar hacia la cumbre es muy difícil, pero mantenerse en ella es imposible.

Santiago López Legarda . Periodista ( prejubilado de Radio Nacional de España)

¡ Nuestro canal en Telegram! Si te ha interesado esta información, únete ahora a nuestro canal de telegram @alcalahoy para estar al tanto de nuestras noticias.

Comentar

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.