- Santiago López Legarda es un periodista alcalaino que ha ejercido en diferentes medios nacionales.
Si saliéramos a dar un paseo por la calle Mayor y fuéramos preguntando a los viandantes a qué se deben nuestro abultado déficit de 50.000 millones y nuestra no menos abultada deuda de más de un billón de euros, es muy posible que muchos interpelados nos dijeran que tales males se deben al excesivo número de políticos, a los sueldazos que cobran, a la corrupción, al despilfarro y a las mariscadas con cargo a las tarjetas Black. Difícilmente encontraríamos a alguien que nos dijera que el problema de fondo es que el conjunto de exigencias y peticiones que dirigimos al Estado no puede financiarse con la cantidad de impuestos que estamos dispuestos a pagar. Tal como afirman tozudamente los niños, y en contra de lo que nos ha hecho creer la propaganda, los Reyes Magos existen. Sólo que, desbordados por las apremiantes peticiones que les llegan de todas partes, se dedican a transferirlas hacia las autoridades del llamado Estado del Bienestar. Estas últimas hacen lo que buenamente pueden, pero, como carecen de las virtudes de los Magos, es inevitable que aparezcan los problemas y desajustes.
Tomemos el problema paradigmático de las pensiones, que son y van a seguir siendo la madre de todas las batallas presupuestarias. Hay 9 millones de ciudadanos que han generado, por diferentes motivos, un derecho individual de reclamar y obtener una pensión pública. La suma de todos esos derechos individuales asciende a unos 125.000 millones anuales, cifra muy superior a la que consigue recaudar la Seguridad Social. La consecuencia ha sido el notable enflaquecimiento de la hucha de las pensiones. Los socialistas se han apresurado a culpar a los populares de ese adelgazamiento, pero lo cierto es que se habría producido igualmente con los socialistas en La Moncloa. Porque la brecha entre beneficiarios y cotizantes no depende de la voluntad de este o aquel gobernante, sino de la evolución de la economía, que siempre va muy justita, pero algunas veces va peor que otras.
Los populares, albricias, han vuelto a prometer que rebajarán los impuestos. Esta musiquilla podría sonar bien en los oídos de quienes estén dispuestos a creer que la asombrosa capacidad de multiplicar los panes y los peces no sólo la tuvo Jesús de Galilea, sino también los actuales dirigentes del PP. Más razonable parece la propuesta socialista para establecer un recargo fiscal sobre las grandes fortunas y las rentas más altas con el fin de financiar unas prestaciones cuya cuantía crece no de forma desbocada, pero sí sostenida. Si queremos prestaciones como el resto de nuestros compatriotas europeos, tendremos que pagar impuestos como ellos y actualmente estamos 6 ó 7 puntos del PIB por debajo, tanto en una cosa como otra.
Y en estas andábamos cuando unos 170 economistas extranjeros de muy alto copete –entre ellos el hijo del legendario John Kenneth Galbraith y el francés Thomas Piketty – han publicado un documento en el que piden el voto para Podemos. Según estos ilustres pensadores, hay que acabar con las políticas de austeridad. Pero cabe preguntarse qué habría sido de nosotros sin dichas políticas, porque seguimos instalados en un déficit anual de 50.000 millones y con serias dificultades para recortarlo. A lo mejor estos economistas simpatizantes de Podemos pertenecen a la misma línea de pensamiento que mis hijas, que siempre me decían lo mismo cuando yo me quejaba de las dificultades para llegar a fin de mes: ¿y por qué no vas al cajero?
Con todos mis respetos por cualquiera de los candidatos, me atrevo a afirmar que con el programa económico de Podemos, si finalmente consiguieran hacerse con las riendas del Ejecutivo, va a pasar lo mismo que pasó con aquellos 800.000 puestos de trabajo que prometió Felipe González en la campaña del 82. Efectivamente, tuvimos todos aquellos trabajos y muchos más, pero unos cuantos años después, cuando entramos en la UE y comenzaron a llegar los fondos estructurales. Pero de momento lo que tuvimos fue una reconversión industrial que echaba miles de personas a la calle cada día.
Lo cierto es que la afición a escribir cartas a los Magos está muy extendida. Ciudadanos quiere complementar los sueldos más bajos con una especie de plus convenio que iría con cargo a los presupuestos. También se quiere establecer una renta mínima garantizada: cuidado con esto, porque algunas personas podrían tirar de la calculadora de su móvil y llegar a la conclusión de que no vale la pena saltar de la cama cada mañana para ir a trabajar. Y, por supuesto, qué menos que libros gratis para todos, ahora que las familias – según el INE – vuelven a gastar en bares tanto o más que antes de la crisis. Yo no soy nadie para dar consejos, pero si un viandante me los pidiera le diría lo siguiente: vota de acuerdo con las vibraciones que te transmita la mano que llevaste al corazón, porque la mano que llevaste al bolsillo, salga lo que salga el 26 J por la noche, no va a poder parar los golpes que se nos vienen encima.
Santiago López Legarda . Periodista ( prejubilado de Radio Nacional de España)